Peña escala el conflicto

Peña escala el conflicto

En una reunión de gabinete este lunes en Los Pinos, el presidente Enrique Peña Nieto ordenó a todas las secretarías de Estado evaluar cada mecanismo de colaboración con el gobierno de Estados Unidos. La decisión, más allá de hasta a dónde pueda llegar, es monumental. Nunca en tiempos de paz se había anunciado una acción de esta naturaleza, menos aún como respuesta directa a una serie de amenazas y agresiones del presidente de Estados Unidos. También es cierto que nunca un presidente de Estados Unidos había sido directamente agresivo y grosero como Donald Trump. Si el jefe de la Casa Blanca no se ha quitado los guantes contra México desde que anunció su candidatura presidencial en junio de 2016, finalmente el inquilino de Los Pinos decidió jugar en su terreno: la retórica y el amago. En Teoría de Juegos, lo que hizo Peña Nieto entra perfectamente en el Juego de la Gallina, donde dos partes corren hacia el despeñadero hasta que uno decide frenarse. Pierde en el corto plazo quien se  raja, pero gana en el largo; quien se sigue, cae al barranco.

¿A qué juega Peña Nieto? De entrada, establece que las agresiones de Trump no serán tratadas con la cortesía diplomática como se manejó durante casi dos años, prestándose siempre a mantener un diálogo lo menos ríspido posible, y una relación institucional fluida. En segunda instancia, deja abiertas las posibilidades para que, en efecto, haya consecuencias en la cooperación bilateral, pero no únicamente en el tema de la seguridad, como se ha sugerido en México y Estados Unidos, sino en todos los ámbitos—que son muchos. La relación bilateral entre los dos países es tan extensa, que más de 100 dependencias federales tienen tratos directos en toda una variedad de temas, sin contar con los nexos establecidos entre los estados de ambas naciones. A la retórica de Trump, Peña Nieto le respondió con una instrucción al gabinete. Evaluar no significa modificar o suspender, pero es el primer paso que decir que se acabó la época de los buenos tratos.

En el caso de Peña Nieto, esto es más extraordinario. Mexiquense clásico, Peña Nieto es extremadamente cuidadoso en los modales y el trato personal. Nunca tiene exabruptos con nadie, no es hosco ni mucho menos agresivo. Al mismo tiempo, es el primero en que abiertamente se enfrenta a un presidente de Estados Unidos. El nivel de mayor conflicto que se había dado en tiempos de paz sucedió en la administración anterior, cuando el presidente Felipe Calderón, molesto con el embajador Carlos Pascual por sus informes sobre México, revelados por WikiLeaks, pidió su remoción. El presidente Barack Obama ordenó su cambio. En el gobierno de Carlos Salinas se llegó a considerar rechazar el plácet para John D. Negroponte, quien en su anterior cargo como embajador en Honduras, había armado el ejército clandestino antisandinista llamado Contra. Durante los gobiernos de José López Portillo y Miguel de la Madrid, hubo serios desencuentros en materia energética y de política exterior, pero los choques no rebasaron a los cancilleres.

Arizona Gov. Doug Ducey says 225 National Guard members are heading to the Mexico border to back President Trump's fight against illegal immigration. "These troops will be helping our federal partners with any support role responsibilities that they need," Ducey tweeted Monday, and said more troops will arrive at the border on Tuesday.

Arizona Gov. Doug Ducey says 225 National Guard members are heading to the Mexico border to back President Trump's fight against illegal immigration. "These troops will be helping our federal partners with any support role responsibilities that they need," Ducey tweeted Monday, and said more troops will arrive at the border on Tuesday.

En enero pasado Arturo sarukhán publicó en la sección de global opinions del wp

While Trump focuses on trade deficits (and by the way, the trade deficit with Mexico represents solely 8 percent of the total U.S. trade deficit), he’s ignoring the $236 billion in goods that the United States exported to Mexico in 2015, second only to Canada. It’s too easy to view industrializing Mexico as simply a competitor and a threat to the U.S. economy. Mexico’s strength is a boon for U.S. consumers and for U.S. productivity, thanks to our joint supply chain and production platforms. Today we trade $1.6 billion a day in both directions — out of every dollar of Mexican exports, 40 cents are of U.S. inputs. Levying tariffs on Mexican imports would therefore be an “own goal” (in soccer parlance) vs. the United States, given the nearly 5 million U.S. jobsthat depend on trade with Mexico — and the 28 states in the United States that have Mexico as their first or second export market.