Sobre manuales (I)

¿NO LE PARECE que sería bueno un manual de vida? Si acaso sirvieran para algo, no estarían mal. Sobre todo si empezáramos a leerlo desde la página uno, y no saltarnos hasta ver el final

PRIMERA PARTE

¿NO LE PARECE que sería bueno un manual de vida? Si acaso sirvieran para algo, no estarían mal. Sobre todo si empezáramos a leerlo desde la página uno, y no saltarnos hasta ver el final, como nos sucede con muchos libros, para ver si murió el protagonista, o si vivieron felices por siempre, o si finalmente tomó la decisión de separarse para vivir con el amor de su vida. Parece de novela pero no lo es. En cambio la vida, esa sí, es como una película que se va rodando en lo cotidiano, sin guion, sin director, y el actor (usted y yo) andamos por allí, asalariados, con miedos, traumas, el qué dirán y cosas por el estilo.

VIVIR LA VIDA no es fácil, aunque tampoco difícil. Lo cierto es que se requiere una especie de brújula, a manera de manual, que nos oriente. Y quien escribió sobre ello fue Epicteto en el siglo I de nuestra era. Casi todos los manuales de autoayuda de ahora no son más que burdas copias de lo que escribió Epicteto, quien buena parte de su vida fue esclavo. Pero con su manera de pensar, se dice, fue más famoso en su época que el famoso Platón en la suya. Dice Epicteto, por ejemplo: "El que se ríe de sí mismo nunca se queda sin cosas de las que reírse".

ESCRIBIR UN MANUAL de usuario es sencillo. Algo así como "Lea con atención el presente manual de usuario. Evite mal uso del producto y evítese daños presentes o futuros". Quizá si se leyera este inicio, se tomaría conciencia de leer lo que sigue. Ah, pero no. Andamos desesperados por hacer uso del aparato nuevo. Por eso suele suceder que nos brincamos este paso. Y buscamos al "on" y "off", incluso antes de conectarlo. Digo si este fuera el caso, porque hay productos que son autónomos en ese sentido. Sin manual de usuario viene la vida y lo mismo el hecho de ser padres. Se aprende a la primera en ambas, si al caso. Y no sirve para el siguiente hijo, y ya no digamos, que la vida es una, como salir al escenario sin indicaciones a puro valor biológico. Quizá por eso son tantas las fallas en el buen uso de la vida, y lo mismo en el caso de ser padres.

Y CLARO, NO SOLO en esos ejemplos, sino en muchos otros, como el primer noviazgo. Y cuando sientes que ya aprendiste con el primero (noviazgo), la que sigue es tan distinta que de poco o nada sirvió el aprendizaje de la primera vez. O la primera vez que se encajó el anhelo carnal o los sueños fueron tan solo carne. Si recordáramos esa primera vez, quizá nos diera risa, solo que la memoria y lo caballero o quizá la pena no permite tener nitideces de esa primera vez. La segunda tampoco. Rulfianamente diríamos que pasamos del olvido al no me acuerdo.

SERÍA BUENO DEJAR para las siguientes generaciones manuales necesarios en esos menesteres. Sobre todo para que sean más eficientes, menos novatos, y sirva de algo la experiencia en otros. Aunque se prevenga que cada manual de usuario es obsoleto tan pronto se presenta la siguiente experiencia, sea en una cosa en otros, porque no es lo mismo. Sería como un úsese este manual y tírese. Pongamos casos diferentes. Ya se dijo el ser padres, la primera vez cuando las carnes se juntan, el primer noviazgo, la primera experiencia con el alcohol, el cigarro que tose uno como si fuera ahogo, la primera vez en bicicleta cuando las caídas y peladuras de rodilla. Como dice el dicho, siempre hay una primera vez y esa es la que nos marca. Sea porque nos salió bien a la primera, sea porque nos da risa recordarnos de esos menesteres. (Continuará)