OPINIÓN

Un Puente Entre Generaciones
02/09/2025

Metamodernismo y el Humor de la Generación Z

Los conceptos culturales suelen parecer lejanos, encerrados en libros académicos, pero en realidad atraviesan nuestra vida cotidiana. Términos como modernismo, posmodernismo o el más reciente metamodernismo no son solo corrientes intelectuales: son sensibilidades que cada generación ha encarnado en su forma de pensar, de expresarse y de interpretar el mundo.

Comprender estas corrientes es también comprendernos mejor entre generaciones. El modernismo marcó el optimismo y la confianza de la posguerra; el posmodernismo dio voz al escepticismo y a la ironía de finales del siglo XX; y el metamodernismo, característico de la Generación Z, intenta reconciliar ambas perspectivas en un presente lleno de contradicciones.

1.     Modernismo: el optimismo de la posguerra

El modernismo no fue solo una corriente artística o literaria; fue, en gran medida, la sensibilidad dominante de las sociedades de la posguerra, especialmente entre los llamados baby boomers. Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, emergió una fe renovada en la ciencia, la técnica y la capacidad humana para construir un futuro mejor.

El modernismo se expresaba en los rascacielos que simbolizaban progreso urbano, en los avances tecnológicos que prometían comodidad doméstica, en la expansión del cine clásico de Hollywood que transmitía relatos de éxito personal y de superación colectiva. Era el "mainstream" de su tiempo: un discurso de estabilidad, crecimiento económico y confianza en las instituciones.

Este enfoque, sin embargo, tenía una dimensión ambivalente. Por un lado, inspiraba grandes ideales y proyectos colectivos; por otro, invisibilizaba desigualdades sociales y conflictos geopolíticos que pronto aflorarían. Aun así, para quienes vivieron esa época, el modernismo representó un horizonte de esperanza tras años de destrucción y precariedad.

2.     Posmodernismo: el desencanto en la era de la globalización

El posmodernismo surgió como una respuesta crítica a ese optimismo. Desde los años sesenta y setenta, pensadores como Jean-François Lyotard o Fredric Jameson señalaron la crisis de los "grandes relatos": la idea de que existía un camino lineal hacia el progreso, válido para todos, comenzó a tambalearse.

Para los millennials, que crecieron entre los años ochenta y los dos mil, esta sensibilidad resultó especialmente familiar. Vivieron en un mundo marcado por la globalización, la irrupción de internet, crisis económicas recurrentes y la precarización del trabajo. En ese contexto, el posmodernismo encontró terreno fértil: la ironía, el escepticismo y el relativismo se volvieron herramientas para enfrentar promesas incumplidas.

El posmodernismo celebraba el collage cultural, el juego con identidades múltiples, la risa frente a la solemnidad. Obras como las de Andy Warhol, películas que cuestionaban la realidad como Matrix, o la proliferación de memes irónicos en los albores de internet son ejemplos de esta mirada. No era simplemente cinismo, sino un modo de sobrevivir a un entorno incierto, aunque en ocasiones podía conducir a la parálisis: si nada es confiable, ¿vale la pena luchar pot algo?

3.     Generación Z y el metamodernismo: vivir en la contradicción

La Generación Z, nacida entre 1997 y 2012 aproximadamente, se enfrenta a un escenario aún más complejo: la amenaza del cambio climático, la pandemia, la hiperconexión digital, la polarización política y la percepción de un futuro incierto. A diferencia de sus predecesores, han aprendido desde temprano que las certezas son frágiles.

En este contexto aparece el metamodernismo, una sensibilidad que oscila entre el entusiasmo modernista y el escepticismo posmoderno. No rechaza ninguno de los dos enfoques: los combina en un vaivén constante. Se puede luchar por causas sociales con profunda convicción, pero también reírse de ellas en forma de meme; se puede sentir auténtica esperanza en los avances tecnológicos, pero al mismo tiempo cuestionar críticamente sus riesgos.

El metamodernismo no significa indecisión, sino capacidad de habitar la contradicción. Es un modo de ser crítico y esperanzado a la vez, de reconocer los límites del mundo actual sin dejar de buscar alternativas.

El humor de la Generación Z: catarsis y crítica

El humor de la Generación Z refleja mejor que nada esta sensibilidad metamoderna. Para muchos de sus mayores puede resultar desconcertante, pero al analizarlo se descubre un lenguaje cultural profundamente coherente con su tiempo.

  • Absurdo y aleatorio: un video sin lógica aparente puede convertirse en viral, porque capta la sensación de caos de la vida contemporánea.
  • Ironía multicapa: bromas que dicen lo opuesto a lo que piensan, pero dejando entrever una complicidad sincera.
  • Humor oscuro y autocrítico: reírse de la ansiedad, de la depresión o del apocalipsis climático no es frivolidad, sino catarsis compartida.
  • Velocidad y fugacidad: los chistes viven en ciclos muy cortos, reflejando la rapidez del ecosistema digital. (Formato Tiktok)
  • Conciencia inclusiva: la ironía no se dirige a los más vulnerables, sino hacia las estructuras de poder y las propias contradicciones individuales.

En este sentido, el humor no es solo entretenimiento. Es también una forma de procesar el presente y de expresar un compromiso crítico, aunque se presente en clave absurda.

Conclusión: un puente generacional

Cada sensibilidad cultural responde a su tiempo:

  • El modernismo dio voz a una generación que necesitaba creer en la reconstrucción y el progreso.
  • El posmodernismo representó el desencanto de quienes crecieron en medio de promesas incumplidas y cambios globales acelerados.
  • El metamodernismo, propio de la Generación Z, articula ambas miradas y las convierte en una forma de resistencia crítica y creativa.

Más que enfrentarse, estas corrientes pueden entenderse como eslabones de una misma cadena histórica. Reconocerlas nos permite tender puentes entre generaciones: comprender que lo que para unos fue optimismo, para otros fue desencanto, y que hoy se traduce en una síntesis contradictoria pero fecunda.

En el fondo, el metamodernismo no es solo una categoría académica. Es un recordatorio de que las emociones humanas nunca son lineales: oscilan entre la esperanza y la ironía, entre la confianza y la duda. Y en esa oscilación, quizá, se encuentra la clave para comprendernos mejor, sin importar la edad a la que pertenezcamos.





DEJA UN COMENTARIO