¿Y de ahí?: Usos de la energía, ambiente y necesidad del desarrollo

Avances en eficiencia de energía que nos permitan transitar de los hidrocarburos a otras tecnologías

Nos enteramos que julio pasado fue el más caluroso desde que se registra la temperatura del planeta y Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, advirtió que el calentamiento global terminó para dar paso a la era de la “ebullición global”. Sus declaraciones apenas tuvieron eco en la prensa ni fueron motivo de comentario en reuniones y sobremesas, y es que el calentamiento global, la crisis y todo lo relacionado es un tema que resulta abrumador. Todo está mal, siempre va a peor y no parece haber solución a este problema complejo, global, que muchas personas (incluidos diversos mandatarios y gobernantes de todo nivel) no comprenden.

Circuló, también, la imagen de un gráfico de la temperatura de la superficie del Océano Atlántico Norte, azul como el mar durante muchos años, pero rojo este año, como una alerta más de las muchas alertas que al parecer decidimos ignorar. Es una reacción casi natural, pues es más fácil seguir como si no pasara nada, aunque cada año tememos más sufrir un golpe de calor, porque parece que son indicadores que se mueven sin que los ciudadanos comunes y corrientes podamos hacer algo significativo al respecto. Porque la desesperación podría ser otra respuesta y estamos demasiado ocupados para eso.

Hay otros hallazgos que podrían ser esperanzadores, aunque paradójicos. Es sólo que las noticias científicas no viven buenos tiempos en la prensa. Esto es paradójico y contraproducente en un contexto en el que es urgente que tomemos decisiones difíciles como especie para mitigar el impacto real que tenemos en el clima, ahora que todavía podemos meter freno al calentamiento.

Porque es falso que no podamos hacer nada. Que sea un problema ficticio o que esté mucho más allá de lo humanamente posible de resolver. La humanidad ha hecho geoingeniería de manera accidental, imprudente y caótica en el último siglo, por eso vivimos este calentamiento, pero tenemos conocimientos y tecnologías que nos pueden ayudar a hacer geoingeniería para ayudarnos a salvar el futuro.

Algunos descubrimientos son azarosos y contradictorios. Por ejemplo, los combustibles que usan los grandes buques contenedores (esos que traen de China las cosas baratas que nos encanta comprar en línea) son los más baratos porque son muy sucios, liberan una gran cantidad de dióxido de azufre y de hecho dejan un rastro (como también lo dejan los aviones) sobre el océano. Un rastro que contiene ácido sulfúrico, muy contaminante, por lo que la Organización Marítima Internacional de la ONU estableció una norma para que ese combustible se deje de usar por otros mejores a partir de 2020. Los científicos han estudiado el cambio y todo indica que el nuevo calentamiento de la superficie del Atlántico Norte se puede atribuir a que, como hay menos rastros de barcos, recibe más luz del sol y eso produce que se caliente más. Entonces, resulta que el calentamiento global es peor de lo que pensábamos, y también, que nuestra propia contaminación nos protege en alguna medida del mismo. Algunos piensan que estos resultados, paradójicos como son, pueden dar una luz sobre cómo la geoingeniería intencional y cuidadosa podría ser parte de la solución.

Si bien se esperan avances en eficiencia energética que nos permitan transitar de los hidrocarburos a otras tecnologías, la realidad es siempre más compleja y las naciones en desarrollo (México incluido) todavía se afianzan en esas energías para apuntalar su crecimiento, al cual tienen derecho pues, si se frenara el desarrollo económico, para muchos países significaría perpetuar la pobreza. La solución simple de sacar el dióxido de carbono de la atmósfera se complica cuando consideramos el crecimiento de la población mundial, la necesidad de sostener el desarrollo en los países donde todavía no llega. Pero debemos al menos tratar de entender la situación y llevarla, con urgencia, a la discusión pública. Hay que propiciar que se tomen acciones urgentes ahora que todavía podemos hacerlo.