Violencia en las escuelas (I)

...Luego ella se levanta y camina hacia la puerta. Y atrás de ella el alumno la alcanza por detrás y la empieza a golpear...

MIRO EL VIDEO en el que una persona adulta está sentada atrás de un escritorio. Junto a ella hay un adolescente. Luego se sabe que es en un grupo de secundaria. Que es en Ramos Arizpe, Coahuila (norte de México). Y que ella trabaja de docente de la materia Español. Luego ella se levanta y camina hacia la puerta. Y atrás de ella el alumno la alcanza por detrás y la empieza a golpear, luego se sabe que son navajazos y golpes hasta tirarla. El muchacho sale corriendo del salón.

SIN DUDA ES INJUSTIFICABLE el ataque a una o un docente. Y sin duda es injustificable un ataque a un alumno. Y hay tantas variantes en estas dos afirmaciones. Solo que no dejaremos de enfatizar que no todos los que trabajan en educación son maestros, aunque la mayoría sí lo son. Y no todos los alumnos llegan a la escuela a estudiar, aunque sí la mayoría. Y entre millones de alumnos y alumnas de educación básica y los docentes, hay miles y miles de relaciones distintas. Que van en un espectro amplio desde el cariño inconmensurable y agradecimiento, hasta el rencor, el odio y el desprecio.

SE ENTERA UNO POR LAS NOTICIAS de balaceras en escuelas de Estados Unidos. Un niño o muchacho lleva un arma de su padre, y entra a los patios del edificio escolar y empieza a rafaguear a diestra y siniestra causando desolación, dolor y muerte. A veces se le detiene y enjuicia. Y en otras ocasiones, francotiradores lo matan en el mismo lugar para que no siga. Y como las vemos en las noticias. Y sabemos que es en Estados Unidos, lejos, muy lejos de nosotros, seguimos viendo las noticias, sin mirar dentro de nuestra casa, sin estar atentos a lo que pasa en el barrio o en la escuela de nuestros hijos.

HASTA QUE HACE ALGUNOS AÑOS sucedió una balacera en una escuela en Monterrey, también lejos de Tabasco, en el Norte de la república. Y seguramente no lo relacionamos que pueda suceder o bien en escuelas cercanas a nosotros. O que sean nuestros hijos o hijas víctimas o testigos de hechos como los anteriores. El caso es que en Ramos Arizpe un muchacho golpea y apuñala a una docente de la materia de Español. Y hasta allí nos quedamos.

HACE UNOS MESES en una preparatoria tabasqueña, un alumno hirió de gravedad, con una navaja, a un trabajador de la educación que le impartía clase. Entonces ya está más cercano a nosotros (desde donde escribo, Tabasco, México) el asunto de la violencia. Y cerrar los ojos, y sentir que son casos aislados, no ayuda, sino coadyuvan a generar condiciones, como caldo de cultivo. Hay violencia, y esta es no solo física, sino verbal asimismo. Y se van dando las condiciones. Entonces hay que reparar en ello. Poner atención desde la posición que nos corresponde: sea supervisor, director, docente, prefecto, psicóloga, sin deslindar a las autoridades educativas. Analicemos, no solo los protocolos de actuación, sino asimismo lo que hacemos, lo que decimos en el área escolar.

VÍCTIMAS AMBOS, EL AGRESOR Y EL AGREDIDO. Sin justificación alguna ni atenuantes para ninguno de ellos. ¿Quién agredió primero? Ambos son víctimas de una sociedad convulsa, con mensajes contrarios a la educación, que proliferan alrededor de todos nosotros. Millones de pesos como salario para quienes satisfacen el morbo y el espectáculo. Migajas para los educadores, que parte de su salario se va en transporte y material para sus clases (ni se diga proyector de imágenes). ¿Educación y cultura? "Ah, sí, recorta allí. Son secundarias esas actividades tienen muchos recursos. ¿Arte? Ah sí, de nada ayuda, si no se comen poemas ni narrativa". Y no recuerdan que no solo de pan vive el hombre. (Continuará)


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