La elección judicial tanto en materia federal como local tiene muchos cambios respecto de las elecciones ordinarias a las que estamos acostumbrados, sin embargo, permanece lo fundamental.

Esto es, que la elección es responsabilidad de los ciudadanos. Son los ciudadanos quienes harán esta elección, igual que todas, con sus votos.

Serán ciudadanos quienes organicen directamente con sus manos todo el proceso de organización, desde la instalación de casillas hasta el conteo de votos. Tal como ha sido desde la transición democrática en México.

Leí de alguien, que no habrá leído más que el titular de la noticia de que los ciudadanos no harán conteo de votos en la mesa directiva de casilla, que los jueces serán electos según la voluntad de alguien, "lo que diga su dedito". Esto es falso. Sí serán los ciudadanos quienes cuenten cada uno los votos, solo que se hará el escrutinio boleta por boleta en los consejos distritales.

Es un proceso diferente, sí, a cargo como siempre de los responsables de la elección, que son los ciudadanos. Quienes estarán bajo supervisión de otros ciudadanos, los que se registraron como observadores electorales.

Las urnas cambiaron. Serán únicas, todas las boletas de los ciudadanos se depositarán en un solo tipo de urna, que conforme se llene se irá cambiando.

Lo que los funcionarios de casilla harán al término de la votación será sacar las boletas de las urnas, separarán el material por tipo de elección y se trasladarán a los consejos distritales, donde se escrutará cada boleta para contar todos los votos.

Las autoridades electorales decidieron este cambio porque las boletas son totalmente diferentes respecto de las de otras elecciones.

La principal diferencia es que una boleta no es un voto, sino que contiene múltiples votos. Para el caso de Tabasco, la boleta con menos votos es la de magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial, donde de ocho candidatos se pide seleccionar tres mujeres y dos hombres. En contraste, la más compleja es la elección de jueces en materia penal, dónde de 50 candidatos hay que elegir 27 candidatos, 14 mujeres y 13 hombres.

Como cambia la elección, cambiaron los criterios para anular votos. En atención a la paridad de género, es posible votar por menos candidatos de los que se pide para un género, pero no por más. Por ejemplo, si se pide votar por hasta tres mujeres y dos hombres, se puede votar por dos mujeres o un hombre, pero no por cuatro o cinco mujeres, o tres o más hombres.

En ese caso, se anulan todos los votos al género votado de más, ante la imposibilidad de determinar a qué candidatos eligió primero el ciudadano.

Son cambios importantes todos, sí. Sin embargo, no deberían tener mayor repercusión siempre y cuando los ciudadanos hagan su tarea, que es presentarse a la casilla habiendo definido claramente su voto y considerando la paridad de género. Este punto es el más importante de esta o de cualquier elección.

Es válido criticarlas todas por diversos motivos, lo cierto es que el mandato constitucional de llevar a cabo la elección judicial proviene del sentido del voto de la ciudadanía en la inmediata elección anterior. A los que dicen que la gente no votó el llamado Plan C, hay que señalarles cómo, a pesar de que los trabajadores del Poder Judicial se manifestaron contra la reforma, esas manifestaciones no tuvieron un respaldo masivo de otros sectores de la sociedad.

En ese sentido, hay que insistir en la responsabilidad de la ciudadanía, que va mucho más allá de marcar una boleta. Para llegar a votar, siempre pero más en esta elección judicial, se requiere llegar bien informados.

Las boletas no van a tener ningún dedo que señale a quién votar. Por mucha promoción que se haga a favor o contra algunos candidatos, son los ciudadanos quienes deben de asumir la responsabilidad de elegir por sí mismos, no porque alguien les diga y menos si es alguien del gobierno o de algún partido.

La elección judicial nos exige un nivel de responsabilidad ciudadana que debemos demostrar para que la reforma judicial pueda cumplir lo que ha prometido. Lo contrario, será contraproducente.