OPINIÓN

¿Y de ahí?
02/09/2025

La dignidad de las personas superior a cualquier dogma de fe


La detención de un sacerdote como presunto responsable de pederastia actualiza en Tabasco el viejo tema de la pederastia en la iglesia católica. Lo dado a conocer a nivel local la semana pasada refuerza la evidencia histórica y global de que las agresiones sexuales de clérigos contra niños y adolescentes son frecuentes.

A pesar de que la Iglesia prohíbe corromper sexualmente a los jóvenes y condena los encuentros entre adultos y niños desde sus primeros compilados sobre las enseñanzas de los apóstoles, pocos años después de la muerte de Cristo, el escándalo del abuso sexual infantil en que incurren sacerdotes católicos tuvo que sancionarse explícitamente al menos desde el siglo IV, en el Concilio de Elvira. Una conducta reprobable que ha trascendido siglos y fronteras.

Tras décadas de críticas por el silencio y protección otorgada tácitamente a sacerdotes señalados de violencia sexual, incluso después de que en 2010 El Vaticano divulgó una guía para afrontar los casos de pederastia por parte de curas católicos, hubo que reformar el Código de Derecho Canónico recién en 2021, donde se señala la pederastia como un delito contra la dignidad de las personas. Esa reforma implicó que se definieran mejor los tipos penales, procesos, sanciones y se propuso dejar atrás la política de silencio para proteger a los sacerdotes implicados. No obstante, medidas como la publicación de una guía para denunciar abusos sexual contra menores por parte de sacerdotes, la crítica contra la iglesia católica de ser lenta y opaca para investigar esos casos e imponer sanciones ha sido recurrente durante las últimas tres décadas, en que los escándalos por pederastia se han destapado uno tras otro hasta alcanzar miles de víctimas en todo el mundo.

En octubre del año pasado, la arquidiócesis de los Ángeles acordó pagar 880 millones de dólares a mil 353 personas víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos católicos, abusos cometidos cuando las víctimas eran niños. Otro informe, esta vez de una comisión independiente en Francia, señaló al menos 330 mil casos de abuso violencia sexual contra menores de edad o personas vulnerables en ese país desde 1950, con acusaciones a más de 2 mil 900 clérigos. Investigaciones periodísticas en Brasil encontraron que al menos 108 miembros del clero brasileño fueron acusados por delitos sexuales contra 148 niños adolescentes o personas con discapacidad, y que en los últimos 30 años la fiscalía general de Colombia ha recibido 89 denuncias por delitos sexuales cometidos por religiosos. En Chile hay investigaciones abiertas contra 167 religiosos por agresiones sexuales desde 1960, con 178 víctimas de las que 79 eran menores de edad. En México se investigó a 426 sacerdotes por pederastia entre 2012 y 2022, según la misma Conferencia del Episcopado Mexicano, pero las víctimas sienten que no han accedido a una justa reparación del daño.

En el mismo mes de octubre de 2024, El Vaticano presentó su informe sobre políticas y procedimientos de protección de menores de edad. El reporte de la comisión señala claramente que en México hay barreras culturales significativas que impiden el reporte de los abusos y el proceso de justicia. Al margen de lo que las autoridades eclesiásticas den a conocer o hagan al respecto, es obligación de las autoridades del Estado mexicano y de la sociedad atender esas barreras. Será útil la bandera feminista de que la vergüenza tiene que cambiar de bando, tiene que dejar de ser un lastre que ata a las víctimas a la impunidad para pasar a ser un yugo que carguen los delincuentes capaces de abusar sexualmente de niños y adolescentes.

Es muy probable que haya víctimas de abuso sexual por parte de clérigos que nunca hayan denunciado, quizá les haya costado toda la vida tratar de ocultar y sobreponerse al trauma de la agresión vivida por alguien a quien tenían como una autoridad moral o espiritual. Las víctimas que existan deben saber que todavía es posible denunciar, que los delitos sexuales contra niños o adolescentes no prescriben y que la dignidad de las personas es un valor muy superior al de cualquier dogma de fe.

A quienes constantemente acusan a las personas homosexuales o trans de pederastia, habrá que recordarles que es más probable que un niño sea sexualmente agredido por un sacerdote. No como una opinión ni por especulación, sino por estadística.





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