ZEE: entre la continuidad y el cambio de gobierno

ZEE: entre la continuidad y el cambio de gobierno

Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) están en la mira porque prácticamente fueron declaradas al final del sexenio de Enrique Peña Nieto y su futuro inmediato depende de las decisiones del próximo presidente. Y aunque en su momento algunos candidatos al Senado por Morena afirmaron que la estrategia las citadas zonas era una “llamarada de petate”, lo cierto es que Andrés Manuel López Obrador parece entusiasmado y se ha pronunciado en el sentido de potencializarlas. Seguramente desde otro enfoque.

Nuevas en México, las ZEE han existido desde 1959, actualmente tres de cada cuatro países tienen al menos una y se estima que hay unas 4 mil 300 en todo el mundo. Y solo unas 50 se pueden calificar como un éxito rotundo, otras han sido un doloroso fracaso. La mayoría continúa en el intento.

El más famoso ejemplo de cómo una ZEE bien llevada puede transformar para bien la economía de una región es Shenzhen, en China. Cerca de Hong Kong, pasó de ser un pueblito pesquero en 1980, a una de las ciudades comerciales más importantes del país.

En cambio, países como Haití y Ghana también lo intentaron, pero no lograron atraer inversiones que les permitieran transformarse en polos de producción y riqueza. ¿Cuál es la diferencia?

Para que una ZEE sea atractiva, se requiere algo más que incentivos fiscales. Es forzoso que esté dirigida al comercio internacional, que la pretensión sea conectar con el comercio global. Es entonces cuando puede llegar a ser un punto concentrador de negocios. A mediano y largo plazo se debe lograr que sea, además de un punto de intercambio, un polo de industrialización.

Para llegar a eso, en primer lugar, está la necesidad implícita de garantizarle a los futuros inversionistas que tendrán la seguridad necesaria para trabajar en serio en la zona. Pero lo más importante es que el compromiso con las ZEE se mantenga de forma sostenida a lo largo de dos o tres décadas. Es el plazo para su consolidación.

El Banco Mundial ha estudiado el tema y tiene algunas recomendaciones. Además de los beneficios fiscales, es importante desarrollar infraestructura con capacidad suficiente para atender la demanda que la industrialización exige. Desde luego, habrá que revisar y ajustar gran diversidad de marcos legales.

Esto requiere una planeación suficiente para prevenir posibles desastres ecológicos y someter a presión los recursos naturales. Además, se debe planear también la educación, de manera que se garantice la disponibilidad de mano de obra calificada para los empleos demandados. Y aunque la política fiscal busque ser atractiva para los inversionistas, debe procurarse un equilibrio social en el que la riqueza se distribuya entre la población para que resulte beneficiada.

Las expectativas sobre las ZEE son altas. Deben servir como uno de los factores para reducir la enorme brecha de desarrollo que hay entre los estados del norte y los del sur. Mientras los estados del centro y norte han tenido un crecimiento del 47 por ciento del Producto Interno Bruto por habitante en los últimos 30 años, en el sur este incremento ha sido de apenas el 7 por ciento.

Por obvia justicia social, es necesario “emparejar” al sur con el norte, pero también hay motivos económicos: si los ingresos en el sur mejoran, habrá mayor generación de riqueza, nuevos mercados y muchos más consumidores.

Normalmente, las inversiones tardan años en llegar. Pero la autoridad federal es optimista, pues cuenta con una cartera de 135 empresas asiáticas, europeas y norteamericanas que tienen intención de invertir. Se espera que en 15 años lleguen a través de las ZEE 41 mil millones de dólares de inversión directa. 

La cuestión es que si la ZEE de Tabasco deberá competir con las otras cuatro, debe concentrarse en su vocación petrolera y de servicios, así como en las posibilidades de servir como escaparate para una futura agroindustria. Hay mucho trabajo, capacitación y planeación por hacer si se quiere aprovechar la oportunidad en serio.

Pero será determinante, le decía, el modelo de desarrollo que impulse el nuevo gobierno. De la misma forma, puntualizar que las ZEE no son una varita mágica, ni lo son todo sino apenas un elemento para aprovechar nuestras potencialidades.

PRIMERA PARADA

Dicen que el movimiento se demuestra andando, y el presidente electo ya anunció que en el presupuesto del 2019 se reflejarán algunas medidas de austeridad. Para comenzar la disminución de los salarios excesivos y la fijación de un tope. Andrés Manuel López Obrador cobrará 60% menos que Enrique Peña Nieto. Ningún funcionario público podrá ganar más que el Presidente: 108 mil pesos mensuales.

SEGUNDA PARADA

Preocupante el anuncio de que el Infonavit incrementó su cartera vencida y el decomiso de casas a los deudores. Estamos ante el reflejo de una crítica situación: los trabajadores se quedaron sin empleo o sus recursos no les alcanzan para saldar los créditos. El nuevo gobierno deberá buscar atender este drama social.

PARADA ESPECIAL

Demasiado se manoseó el caso del municipio de Cárdenas. Es en estos casos donde la llamada autonomía es un factor para el caos y el desgobierno. Ya pusieron orden, esperemos que se mantenga.