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EL SOL DEL SURESTE
LA HISTORIA DE UN PADRE EJEMPLAR
- Hoy 15 de junio de 2025, Día del Padre, conmemoramos la vida y el esfuerzo de aquellos hombres que, con trabajo, amor y firmeza, han sabido construir hogares llenos de valores, padres ejemplares que cada día forman familias de bien con mucha dedicación, pasión, responsabilidad y esfuerzo. En especial, dedicamos este homenaje a uno de ellos, cuya historia es reflejo de lucha, fe y entrega: el señor Porfirio Pérez Orozco, un padre ejemplar que, desde sus raíces humildes, dejó huella en su familia y en quienes lo conocen.
Nacido un 7 de junio de 1930 en Pedernales, Michoacán, dentro de una familia de siete hijos, creció en un entorno de carencias materiales, pero de una gran riqueza espiritual.
Desde pequeño conoció el trabajo en el campo, pues no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, sin embargo, desde temprana edad, su fe lo acompañó siempre y con ella pedía a Dios un trabajo que le permitiera un mejor porvenir.
A los 18 años partió rumbo a Ciudad Mante, Tamaulipas, con la esperanza de encontrar una oportunidad laboral.
Allí vivió tres meses con un familiar, pero pronto regresó a su pueblo, no obstante, la inquietud por superarse lo impulsó a salir nuevamente, esta vez a la Ciudad de México, donde vivió de los 20 a los 28 años.
Mientras trabajaba, asistía a la escuela nocturna con el deseo de aprender, pero su patrón le impuso una condición: dejar de estudiar. Eligió el trabajo, pues su prioridad era ayudar a sus padres.
A los 28 años regresó a su tierra natal y comenzó a trabajar en el ingenio azucarero, donde por fin encontró estabilidad.
Con ese respaldo, se casó con María del Carmen Arreola, con quien formó una gran familia de 15 hijos, de los cuales hoy viven 9. Fue así como, con esfuerzo y amor, empezó a construir el futuro que tanto había soñado.
Varios de sus hijos, inspirados por su ejemplo, decidieron salir del pueblo para estudiar.
Tal es el caso de su hija Ana, quien se trasladó al municipio de Zacapu, Michoacán, para estudiar enfermería. Luego, tras casarse y por motivos de trabajo, se estableció en Villahermosa, Tabasco, ciudad donde don Porfirio y su esposa viven desde hace más de 10 años.
Desde hace 6 años, él es usuario del CECUIDAM, donde continúa siendo ejemplo de fortaleza y alegría a sus 95 años de edad.
Su esposa lo recuerda como un hombre incansable: salía de su jornada en la fábrica y se dirigía al campo para seguir trabajando. Responsable, respetuoso y amoroso, siempre se preocupó por el bienestar de su familia.
Sus hijos lo recuerdan con orgullo y cariño. Jamás lo vieron borracho, ni peleando.
Fue y es un hombre caritativo y generoso, amante de la vida familiar y de compartir lo poco o mucho que tuviera. Su frase favorita lo decía todo: "Vamos a comer, que donde come Porfirio, todos comen... ah, pero donde trabaja Porfirio, todos trabajan."
Hoy, en este Día del Padre, celebramos su vida, su legado y el amor incondicional que nos ha entregado. Porque ser padre no solo es un título, es una misión de vida, y don Porfirio la ha cumplido con nobleza y honor.
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