El anfitrión

La reciente visita del presidente estadounidense Joe Biden y del primer ministro canadiense Justin Trudeau

La reciente visita del presidente estadounidense Joe Biden y del primer ministro canadiense Justin Trudeau estuvo revestida de un buen cúmulo de fundamentos simbólicos. La cultura, el lenguaje político y hasta el espectáculo confluyeron en este encuentro diplomático. 

Mucho antes de que ambos pisaran suelo mexicano para llevar a cabo la Cumbre de Líderes de América del Norte, el presidente Andrés Manuel López Obrador ya mostraba que sus habilidades están muy por encima de las de sus vecinos. Expuso sus recursos y gran dominio de la política simbólica para darle un cariz persuasivo a cada acto, a cada gesto, a cada palabra. 

Sin duda, hay políticos tan avezados que “grafitean” referentes (símbolos e íconos) en su entorno para reiterar el sentido de sus mensajes, es decir, lo que desean transmitir. 

Unas tácitas y otras excesivamente explícitas, las imágenes que pudimos apreciar denotaron una gran fuerza simbólica. La comunicación política, dice la investigadora María José Canel, ha desarrollado sus técnicas en niveles que van mucho más allá de lo meramente verbal. Por una parte, configura imágenes para proyectar al líder como a una persona auténtica y genuina, y por la otra, penetra en el mundo de lo teatral, creando escenarios en los que los personajes, adoptando su papel, siguen un guión para transmitir un mensaje lleno de fuerza simbólica. 

El mandatario mexicano reafirmó ser un maestro en estas lides. Hizo propia la oportunidad del escenario para orquestar y diseñar su espacio de comunicación con la garantía de las fotos bien planificadas y los destinatarios intencionales bien escogidos.

Les comparto cuatro momentos que ejemplifican lo dicho:

Primero. A petición del presidente López Obrador, “por amistad y diplomacia”, el presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá aterrizaron en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, una obra emblema del gobierno mexicano que ha sido objeto de recias críticas por parte de los opositores.

Segundo. En el menú de la cena ofrecida a Biden y Trudeau se incluyó tortilla inflada a base de maíz criollo, lo que no deja de llamar la atención en medio del tenso conflicto generado entre México y Estados Unidos por la prohibición de importación de maíz transgénico a nuestro país.

Tercero. Ahí para la foto, y sin importar cualquier protocolo que represente un freno a su genuino estilo, el presidente López Obrador tendió los brazos sobre los hombros de sus homólogos. Ya antes, él y Biden, con sus respectivas esposas, se habían fundido en un abrazo en círculo.

Cuarto. El cronómetro de las intervenciones arrojó que López Obrador, de nuevo congruente con su estilo, habló en total durante 41 minutos, Biden durante 14, mientras que Trudeau lo hizo solo en 12. Por cierto, al finalizar la Cumbre, en una declaración conjunta, no tiene desperdicio el remate del discurso de 13 minutos del mandatario mexicano:

“Termino diciendo que mi maestro, el gran poeta, Carlos Pellicer, en 1930, sostenía que el anhelo de la libertad es el más grande fruto que ha cuajado el corazón humano… Para ser justos es necesario ser libres…. Los sentimientos de justicia son hijos de la libertad, pues nunca, siendo esclavos, podremos ser justos”.

Al margen de los resultados que en lo sucesivo se desprendan del interés tripartito por mejorar las relaciones en temas clave como migración, medio ambiente, cambio climático, seguridad, salud, diversidad e inclusión, lo que no se puede negar es que la cumbre, como acto diplomático y político, le dio al presidente de México importantes bonos en materia de relaciones exteriores.

Quedó probado que la comunicación y la política se encuentran indisolublemente ligadas, por lo que a los ciudadanos nos corresponde desmembrar y jerarquizar los signos que recibimos y tratar de formar una conciencia en este mundo de mitos, en esta sociedad donde los asuntos públicos saturan nuestras miradas, donde hay algo de realidad presente y también algo de realidad representada.