CÁBALA: COALICIÓN, PARLAMENTO Y GOBIERNO

la 4T se enfrentó por vez primera al reto de construir un gobierno de coalición, para evitar fracasos

Después de las elecciones presidenciales de 2018,  la 4T se enfrentó por vez primera al reto de construir un gobierno de coalición, para evitar fracasos como los vividos por Vicente Fox en el año dos mil con su gobierno de cambio.

Abierta la posibilidad con la reforma al 89 constitucional,  el gobierno de coalición se presentó como una vía para atenuar los efectos del gobierno dividido y como un instrumento que puede fomentar tanto la cooperación como los controles entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.  

Parte de los obstáculos legislativos en 2021 para la 4T y sus reformas electorales, partieron de lo inconcluso de este ejercicio.

Los argumentos que  burilan esta figura son las alianzas entre partidos políticos al interior del congreso, para formar mayorías; la repartición de carteras de gobierno por parte del presidente, con algunos militantes de la oposición, y la ratificación de la mayoría de los titulares del gabinete por parte del Poder Legislativo.

La triada pues, quedó inconclusa. En 2024 la posible inclinación para conformar un auténtico gobierno de coalición tendría implicaciones directas en el presidencialismo, pues se introducirían matices parlamentarios, pasando desde luego por la alianza entre partidos como instrumento para la cooperación, no  como sumisión de poderes.

Este camino  es una alternativa para contrarrestar los efectos negativos de la ausencia de mayorías congresistas, sumado a la representación de la oposición en el gabinete como un mensaje positivo y  novedoso.

Esta propuesta de gobierno compartido, para muchos especialistas en la materia hubiesen evitado las “crisis” generada en el primer tramo de la 4T con las renuncias , dimisiones y enroques de Olga Sánchez Cordero, Esteban Moctezuma , Graciela Márquez Colín, Tatiana Clouthier, Javier Jiménez Espriú entre otros destacados cuatroteistas autoinmolados.

En este contexto, la figura de Manuel Velasco, aspirante del PVEM a la presidencia de la república, aparece en el sureste del país para cimentar un liderazgo regional que se creía agotado.

El exgobernador de Chiapas considerado el senador más joven de la historia de México, en 2006, al obtener el cargo en dos ocasiones, de la LX y LXI legislaturas, además de obtener un 67 por ciento de votación en su elección como gobernador de Chiapas. 

Considera este columnista que con credenciales nada despreciables, el “güero” Velasco, es un animal político de acuerdos y a sus 43 años de edad, su participación en el handicap presidencial de la 4T debe verse con la claridad política necesaria.

Es el segundo aspirante presidencial del sureste mexicano, cercano a los orígenes de la transformación guinda, presentando como impulso a su participación presidencial la construcción de un gobierno de coalición para enfrentar desde el Estado Mexicano, los retos que vienen a partir de 2024.

En Chiapas Manuel Velasco ha retomado rumbo y acuerdos para levantar su proyecto político. Este próximo mes estará en Tabasco para conocer si los trabajos en el PVEM choco, le permiten ampliar su derrotero.

Entregar buenas cuentas desde un partido minoritario, no se le da a cualquiera.

Veremos.

Kybalión.- Hay “protocolos” de pandemia que pretenden mantenerse como argumentos logísticos, más que como acción profesional o de eficacia.

Tal es el protocolo de medios de comunicación en el congreso del estado, que “prohíbe” hacer entrevistas de reporteros de pie en el lobby del recinto legislativo y estos tienen que realizarse en la puerta de acceso (obstaculizando la movilidad) o en las escalinatas de la parte de afuera del edificio legislativo ante una sensación térmica de 49 grados, con funcionarios y reporteros enfrentando la ola de calor.

Frente al pesimismo de la inteligencia, pues,  el optimismo de la voluntad. No queda más que continuar informando a la sociedad ante semejante actitudes autoritarias y poco favorables.

¿Quién revisa el protocolo?