Debanhi, en Perspectiva

Su caso se tornó asunto de interés público gracias a que su padre atrajo la atención de medios y redes

La historia de Debanhi Escobar ha sacado a la luz, de nueva cuenta, la situación de opresión, inseguridad, vulnerabilidad e indefensión en la que vive la gran mayoría de las mujeres en nuestro país y ha exhibido nuestra disfuncionalidad social y política.  Identifico cinco áreas problemáticas. 

Una,  Las mujeres en México viven una paradoja que les exige mantenerse permanentemente en alerta e identificando recursos de supervivencia en su entorno, si bien es cierto la situación de clase funciona como agravante o atenuante.  Por un lado, los discursos acerca de los derechos humanos, de igualdad de género y en contra de la violencia hacia las mujeres han penetrado, como nunca, la cultura; no obstante, por otro, el acoso en su contra, los maltratos, las desapariciones, los abusos, la violencia de género—en sus diversas manifestaciones—y los feminicidios aumentan año tras año, produciendo estadísticas de horror.

Dos.  Su caso se tornó asunto de interés público gracias a que su padre atrajo la atención de medios y redes.  De lo contrario, muy posiblemente el cuerpo de Debanhi no habría sido aún hallado. En México desaparecen cientos de mujeres cada mes y son contadas las ocasiones en las que sus desgracias son atendidas, ni siquiera por los medios. Las estadísticas de hallazgos de mujeres desaparecidas también son escalofriantes.  Los hallazgos de cinco cadáveres de otras jóvenes, desaparecidas antes, gracias al empeño del padre de Debanhi por dar con su hija, apoyan el argumento. Además de oprimidas, las mujeres son invisibilizadas. 

Tres.   Las autoridades no tienen real interés en los graves asuntos públicos.  Samuel García y su esposa no mostraron una estrategia de solución ni capacidad de manejo de la situación, si bien no se escondieron y escucharon de viva voz los lamentos y las denuncias de muchas mujeres regiomontanas.  Difícil de comprender de alguien que durante su campaña hacia la gubernatura se promovió como el gobernador que ofrecería paz y tranquilidad a las mujeres neolonesas.  La policía, por su parte, demostró su ineficiencia y falta de profesionalismo.  Haber hallado el cadáver trece días después—si es que, efectivamente, en esa cisterna fue donde perdió la vida o fue depositada minutos después de haber sido ultimada—es claro resultado de la falta de capacitación. Las reacciones al hallazgo tardío exponen otro asunto grave: la crónica desconfianza de la sociedad en las autoridades.  Nadie les cree.  Se da por hecho que actúan con descuido, con sesgos y de manera opaca.  Una sociedad que desconfía de las autoridades encargadas de la seguridad es una sociedad en vías de desintegración.

Cuatro.  No hay duda de que las mujeres mexicanas se han convertido en la fuerza social más crítica y movilizada de este tiempo.  Desde hace varios años, las denuncias de las mujeres se han hecho presentes y sus señalamientos acusatorios son constantes.  Aun así, difícilmente su protesta—cada vez más enérgica—podrá convertirse en el motor de cambios profundos.  A pesar de su presencia permanente en las calles y en los medios, el ambiente es cada vez más adverso para ellas.  Por otra parte, no han perseguido conectarse con otros movimientos de la sociedad civil que pudieran presagiar el robustecimiento de la protesta social.   

Cinco.  Reina la desinformación. Desde el minuto uno, han circulado muchísimas  versiones acerca de la desaparición de Debanhi.  Como siempre, las redes sociales fueron los medios a través de los cuales se difundieron muchos rumores e información falsa.  Pero los medios tradicionales no estuvieron exentos de malas prácticas.  No hay medio, hoy,  que tenga especial interés en erigirse en la fuente confiable que necesita una sociedad hiperinformada, como la nuestra.  El manejo de hechos por parte de la mayoría de los medios es lamentable.  Medios tradicionales y redes no tienen empacho en presentar rumores, tergiversar y malinterpretar hechos e inventar otros.  Debanhi fue víctima del México que le tocó vivir. Su muerte ha exhibido, nuevamente, a ese México atrasado y alejado del derecho, del orden, del respeto y de la paz.