OPINIÓN

Decadencia Perversa
09/05/2025

La tesis número once de Marx

La célebre tesis número once sobre Feuerbach escrita en 1845 por Carlos Marx, a la letra dice: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". Esta máxima no hace otra cosa que provocar inquietud y deseos de actuar, aunque la mayoría de las veces se lleve a cabo reaccionando de manera visceral a un algo, a una situación, y no de manera racional, interpretando antes, o al menos, simplemente describiendo.

          Otro de los apotegmas que en el mundo moderno existe es ese que asegura que ninguna canción ha cambiado a la humanidad, o la ha transformado, aunque miles la describen o retratan a la perfección, y no necesariamente aquellas que forman parte del club "este puño sí se ve", sino hasta algunas que se pueden encuadrar dentro del mercado eminentemente comercial y capitalista, y como ejemplo se pueden traer a colación las canciones de la obra musical "Cabaret", la cual tuvo éxito a finales de los años sesenta del siglo pasado en Broadway, y aunque pocos mexicanos tuvieron el privilegio de ver esa puesta en escena en Nueva York, mucho sí vieron la película filmada en 1972, dirigida por Bob Fose y protagonizada por Liza Minelli y Joel Grey, entre otros, misma que se hiciera merecedora a ochos premios Óscar.

          En esta película, basada en el libro "Adiós a Berlín" de Christopher Isherwood (ambientado en esa ciudad alemana a principios de los años treinta en pleno ascenso del nazismo), sobresalen dos canciones escritas ex profeso: "Money, Money" y "Cabaret". En la primera, además de la maestría con la que la interpretan Liza Minelli y Joel Grey, sobresale el contexto: una prostituta se asombra del poder del dinero, del lujo, de los modales que se adquieren con las posibilidades económicas, y ese reconocimiento se sintetiza en una frase dicha por la actriz: "Decadencia divina", misma que se ve seguida por los rostros de la misma actriz y del actor en su papel de maestro de ceremonias del "Kit Kat Klub", quienes de entrada dicen: "Dinero", para seguir con "el dinero hace girar el mundo", y ellos mismos hacen girar sus cinturas en plena insinuación sexual , y es que según esta canción actuada, bailada e interpretada de manera soberbia, el dinero da placer, y cuando hace falta, el hambre entra por la ventana y el amor escapa.

          La segunda canción, que le da nombre a la obra de teatro y a la película, dice: "La vida es un cabaret", y entonces Liza Minelli invita a entrar al cabaret que es la vida misma, es decir, que parecería gritar: por favor, vive, y hazlo porque la vida es un cabaret donde la diversión está ahí a la espera de uno, de todos los seres humanos, ya que lo demás, ay, lo demás, parecería que sale sobrando porque lo que vale es lo que a la hora morir permite tener un cadáver feliz, así de simple y así de complicado, o como la misma canción dice: "De la cuna a la tumba, no hay mucha distancia", así que viva la vida, y como la vida es un cabaret, hay que amar al cabaret.

          "Interpretar", "transformar", "dinero" y "vida", cuatro conceptos que se vienen a la mente al ver cómo transcurren las horas nuestras de los días nuestros, y en este devenir aparecen los actores reales en su papel de dirigentes o teóricos de un mundo que estos líderes y pensadores no han percibido que está en plena decadencia y continúan ponderando ese pasado que ya se fue pero que ellos pretender que regrese. A nivel internacional están como ejemplo de estos representantes de este mundo en decadencia, el mismísimo Trump, y Milei, y Musk, y Meloni, y Noboa, y Bukele, y Narendra, y toda la derecha y la ultraderecha.

          Y a nivel nacional se encuentran los televisos, los aztecos, los universales, los reformas, los panistas, los nexos y los anexos. Pero a decir verdad, hay un personaje que en los días recientes se ha llevado las palmas aplaudidoras de un público cautivo ávido de una bocanada de esperanza revitalizadora en estos los que parecen ser sus últimos tiempos de sobrevivencia, y que responde al nombre de Ernesto Zedillo Ponce de León, y lo ha logrado por la simple acción de aparecer en la vida pública con un ensayo, una entrevista y varias cartas llenas de frases que parecen estar elaboradas por un copy de alguna agencia de publicidad más que por un teórico o un ideólogo, por no decir un científico social.

          Pero mientras en la película la "decadencia" que se vive es, en voz de la actriz, "divina", en la vida real mexicana la aparición de Zedillo lo único que hace es mostrar que la decadencia no tiene nada de divina, y sí muestra el otro lado de la moneda neoliberal: la perversidad.





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