OPINIÓN

Ecos de una vida y una cátedra
17/09/2025

EGP: las tareas fundacionales que nos legó como mandato ético

Establecer la cátedra Enrique González Pedrero tiene como fundamento su obra y su ejercicio profesional; tanto lo uno como lo otro se considera de excelencia, con equilibrio, universalidad y racionalidad. Don Enrique no pertenecerá al pasado, renacerá en las nuevas generaciones que deseen dialogar con él y encontrarán nuevos horizontes, y renovada inspiración para comprender y transformar el mundo.

He realizado una relectura de sus escritos para sintetizar las tareas que nos dejó. Los siguientes parágrafos están fundamentados en los escritos del maestro; en algunas secciones se les ha modificado la forma, nunca el fondo, para dar coherencia interna a cada párrafo, que está sustentado en varios textos, escritos en diferentes ocasiones. Soy responsable de la síntesis y del armado estructural; las ideas y las propuestas son del maestro y las pueden encontrar como establece la metodología del rigor académico: en sus libros, conferencias, ensayos: passim.

Habla el maestro González Pedrero:

      Primera tarea

      Se trata de encontrarnos con nuestra propia identidad de país pobre, pero con todas las potencialidades para manejar inteligentemente aquellos aspectos de esa pobreza que pueden redundar en el bienestar de la mayoría de la población. Un modelo mexicano, configurado sobre nuestras dimensiones, no nos quedaría grande y sería la única salida práctica del callejón. Si queremos ser arquitectos de nuestro propio destino, construyamos nuestro propio modelo.

      Segunda tarea

      Necesitamos poner al día a la institución de instituciones: el Estado que hoy se encuentra desbordado tanto por los problemas internos como por los desafíos exteriores. Hay que refundar nuestro Estado. Juntar los pedazos que quedan y, con ellos, re-crear al país. Se construye mediante un proceso político de concesiones mutuas entre ciudadanos, sociedad, mercado y Estado.

      La viabilidad de la democracia descansa en la capacidad de generar un consenso social que evite la tentación de sobreponer la unidad a la diversidad, o a la inversa. La libertad no ha de degenerar en anarquía, ni la mayoría ha de encerrar a las minorías en las trampas de un consenso totalitario.

      El Estado que hay que perfilar no es un Estado sobrealimentado y adiposo, pero tampoco subalimentado y anémico. Hace falta un Estado democrático saludable, que pueda garantizar un crecimiento con equidad. Un Estado que no sólo se preocupe por la estabilidad de los mercados globales, sino por crear condiciones para diseñar políticas públicas capaces de satisfacer las necesidades de los sectores mayoritarios de la sociedad. Un proyecto de Estado con esas características pasa, necesariamente, por la democracia.

     Pero para llevar a cabo esa amplia reforma que reposicione, que refunde al Estado, hace falta tiempo y un grupo de hombres: una generación como aquella de la Reforma, que dio vida al México moderno. He aquí una tarea espléndida para las nuevas generaciones. ¿Y quién va a construir esa clase política? Respondo que está haciéndose en los partidos, en la sociedad, en las universidades; en México, en suma: la va a edificar la necesidad.

      Tercera tarea

      La tarea que tenemos por delante es constituir un Estado social, plural y democrático de derecho fundado en el respeto de la inviolabilidad de los derechos humanos, dentro de un concepto de nación que tome en cuenta la 15 diversidad cultural del país y, sobre todo, las enormes desigualdades regionales. En esa fórmula confluyen cuatro nociones o factores:

      a) Lo social, que supone un proceso de estructuración dual: de la sociedad por el Estado y del Estado por la sociedad.

      b) La libertad, que ya no requiere sólo de garantías formales, sino de condiciones existenciales mínimas para su ejercicio.

      c) La seguridad, entendida no sólo como formulación jurídica de la igualdad ante la ley, sino también como seguridad material.

      d) La participación ciudadana en la configuración de la voluntad general, extendiendo el concepto más allá de lo político hasta abarcar lo social y lo económico.

      Ha llegado la hora de que desechemos definitivamente la larga inercia autoritaria y centralizadora, para fundar, al fin, la fortaleza del Estado en la consistencia de la sociedad. Este debe ser el programa de una comunidad que aspira a una sociedad abierta y plural regida por un Estado genuinamente democrático. La meta no puede ser aniquilar al adversario, puesto que eso equivale a instaurar la guerra como método. Tampoco se trata de obstruir la marcha del Estado.

      Cuarta tarea

      Para dejar de ser el país de un solo hombre tenemos que resolver el problema de la falta de ciudadanos. País sin ciudadanos es país de un solo hombre. Los ciudadanos no nacen, se hacen, se forman, y sólo hay un camino para crearlos: la educación. Hay que formar ciudadanos; nunca hemos tenido una política educativa sistemática y permanente, porque nuestro "Sistema Métrico Sexenal" inventa el hilo negro cada seis años.

      Son los ciudadanos los que pueden sustentar el cambio que ya resulta inaplazable. Decir que el pueblo es soberano es afirmar que es capaz de decidir y es el indicado para hacerlo. Las políticas públicas tienen que fundarse en la voluntad ciudadana.

Cierre

Vaya desmesuradas tareas que nos dejó el maestro. Son tareas heraclianas: de dificultad extrema, de gran magnitud, con obstáculos múltiples y requieren una voluntad excepcional para la acción y gran lucidez para encontrar los caminos de la eficacia

Ser discípulo de él obliga a seguir en la batalla, en la reconstrucción de nuestro sistema político para consolidar nuestro Estado y seguir viviendo como mexicanos. La primera sirena de alarma está sonando:

En México Transforming, análisis elaborado por el Pacific Council on International Policy (University of Southern California, Los Ángeles, 1999) se habla de cinco Méxicos: el que vive en los Estados Unidos, el de la frontera, el México del norte, el de la capital y el del sur. Pues bien, o hacemos algo por juntar sólidamente esos fragmentos regionales, refundar nuestro Estado, construir un Estado social, plural y democrático de derecho o, más pronto que tarde, podremos llevarnos un susto.

Las carreras de historia y sociología, y la cátedra que hoy se inaugura deben ser parte de las tareas fundacionales que nos legó el maestro como mandato ético. Le mandamos nuestro mensaje: estamos en la acción, pasamos lista de presente en esta convocatoria que nos hace. No hay alternativa, hay que actuar.

(*Extracto final de las palabras pronunciadas por el amigo y colaborador de EGP en la apertura de una cátedra en la División de Sociales de la UJAT, el 2 de septiembre. Para facilitar la lectura se han suprimido las citas de pie de página que contiene el texto original)





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