El bienestar también se mide en páginas
12/12/2025
gobierno de Centro en el periodo 2024-2027
Existe una pregunta fundamental que atraviesa toda teoría del buen gobierno: ¿qué significa, en términos prácticos y trascendentes, trabajar por el bienestar de un pueblo? La respuesta no reside únicamente en los números, las obras inauguradas o los programas implementados. El verdadero bienestar —ese ideal que los griegos nombraron "eudaimonia"— se expresa en la transformación de las condiciones que permiten a cada persona desplegar su potencial humano, ejercer su dignidad y participar en la construcción colectiva de su comunidad.
A la luz de este principio, el primer año del gobierno de Centro en el periodo 2024-2027, encabezado por la presidenta municipal Yolanda Osuna Huerta, muestra que el progreso no depende solo de la magnitud de las obras, sino de la visión que las guía. Cuando una administración orienta sus decisiones por principios éticos y la participación ciudadana, comienza a construir algo más que resultados: construye confianza pública.
Esa confianza obliga a entender el gobierno más allá de su dimensión técnico-burocrática. Gobernar implica establecer un vínculo de responsabilidad con las personas a las que se sirve; un pacto que exige ir más lejos que la eficiencia y atender los factores que transforman de verdad la vida cotidiana.
La filósofa Martha Nussbaum nos recuerda que el desarrollo auténtico no se mide solo en infraestructura o crecimiento económico, sino en la capacidad de cada persona para ampliar su mundo —acceder a la educación, cultivar la creatividad, ejercer el pensamiento crítico y participar en la vida cultural—.
En este sentido, entre los múltiples logros del primer año de gobierno, vale detenerse en uno que suele pasar inadvertido: el Fondo Editorial del Municipio de Centro. En una época dominada por la inmediatez digital y el consumo fugaz de información, la publicación de 14 libros durante este periodo —para sumar un acervo de 40 títulos desde su creación— constituye una apuesta firme por la memoria colectiva, la circulación de ideas y la formación de una ciudadanía crítica.
Promover la lectura no se reduce a la distribución de objetos culturales; es sembrar una transformación intelectual duradera, una forma de crecimiento que acompaña a las personas a lo largo de su vida. Un pueblo que lee es un pueblo capaz de cuestionar, imaginar alternativas y no conformarse con lo dado. Un pueblo que escribe su historia —que preserva sus memorias en el Archivo Histórico Municipal y da voz a sus creadores— es un pueblo que se resiste al olvido y edifica su identidad con plena conciencia de su origen y de su proyecto de futuro.
La inversión cultural confirma que el desarrollo no es exclusivamente material. El arte, la música, la literatura y el encuentro comunitario en torno a la belleza y al pensamiento son necesidades humanas fundamentales, tan imprescindibles como el agua potable o las calles pavimentadas. Allí también se define la calidad de vida.
Por eso merece resaltarse la coherencia filosófica que articula las acciones de gobierno. Cada política pública, cada programa, cada obra responde a una visión integral del ser humano: un sujeto de derechos, portador de dignidad y con la posibilidad de desplegar sus capacidades en comunidad.
En última instancia, el bienestar de un pueblo trasciende cualquier indicador —por valioso que sea—; se reconoce en la dignidad con que transcurre la vida diaria, en la ampliación de las libertades concretas y en la solidez de los vínculos sociales.
Cuando las niñas, los niños y los jóvenes de Centro toman en sus manos alguno de los 40 títulos publicados por el Fondo Editorial, cuando descubren en sus páginas la memoria de su tierra o la mirada de sus escritores, comprenden que el mayor legado de un gobierno no se agota en las obras visibles —aunque sean necesarias—, sino en haber sembrado en ellos una semilla imperecedera: la del conocimiento, la reflexión y el amor entrañable por su comunidad.
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