OPINIÓN

Elegir con la razón
16/03/2021

Desde luego que no es cuestión menor lo que marcará el destino de un país y sus 32 entidades federadas en unas elecciones concurrentes el próximo seis de junio con el  ejercicio del voto de la voluntad popular, que en democracia optará entre el pragmatismo de dos propuestas per sé contrastantes las cuales en el discurso de  lo público se definen entre los héroes y villanos.

Aunque en la lastimosa realidad no sucederá como debiera, la generalidad de los 93 millones 774 mil 799 ciudadanos registrados en el listado nominal de electores del INE, con corte al 5 de marzo de 2021, tienen todo para acceder los sitios de internet de los organismos electorales, el nacional y los locales, para conocer a detalle la correspondiente plataformas que los partidos políticos y candidatos independientes registraron.

Un documento fundamental, las plataformas electorales, que debieron registrar como requisito los partidos para solicitar y eventualmente admitir, los depositarios de la organización de las votaciones, el registro de candidatos para la macro competencia primera de la dimensión tan compleja que se avecina.

En las plataformas se condensan de manera clara y puntual los compromisos que partidos y candidatos ofrecen al elector, de ahí la importancia que ahora en la era digital el elector los conozca uno por uno, y no quedarse con la simpleza de una propaganda impresa que sólo trae un listado de buenas intenciones.

Si bien en la calidad de la democracia hay poco de fiar respecto de los perfiles postulados para una diputación, local y federal, una presidencia municipal y/o una gubernatura, el ciudadano sí tiene la oportunidad de emitir un voto informado y reflexionado.

Un voto en la sensatez por parte de los potenciales 93 millones 774 mil 799 electores en la lista nominal preliminar, a espera de que el INE emita este mayo el dato oficial, el elector debería considerar ya no sólo tomar en cuenta el criterio del partido y/o el candidato, sino también la todavía más trascendente que el condensados de compromisos que correspondan con la exigencia de sus intereses colectivos sociales, ya no más por una coyuntura.

En los tiempos y circunstancias actuales sería egoísta emitir un voto por interés particular, olvidando de que en el mismo territorio nacional de 126 millones 014 mil 024 mexicanos que residen en territorio mexicano de 1 millón 960 mil 646 kilómetros cuadrados en el que hay asentados, en 35 millones 219 mil 141 hogares, datos del Censo de Población y Vivienda a marzo de 2020.

El censo más reciente que cada 10 años levanta el Instituto Nacional de Geografía y Estadística tiene esta vez la particularidad de conocer con mirada microscópica las problemáticas socioeconómicas; incluso manzana por manaza, barrio por barrio, mostrando las grandes asimetrías que se tienen a nivel regional, por estado y municipios, en donde hay gran porcentaje de las carencias compartidas; aún más en los estados del sur y sureste del país, incluido Tabasco, con el que se tiene de antaño un rezago histórico.

Evidentemente que entre quienes aspiran a un cargo de elección popular absolutamente nadie puede preciarse de tener una historia de vida inmaculada como personaje público; aunque eso sí hay de claroscuros a claroscuros en cuanto a reputación se tienen de unos y otros en el entorno político concentrado en una elite que han recorrido el circuito de todos los cargos posibles; aún así se aferran a una posición desde la cual han depredado el patrimonio de todos.

Esta club de políticos (¿?) cogobernantes de quienes la generalidad están marcados por el tufo de la corrupción, habiendo traicionado a una sociedad consecuentemente agraviada, que desde hace mucho les repudia al grado que están en el último de los escalafones de confianza.

La voluntad popular está obligada a ser escrupulosamente autocrítica y crítica respecto de informarse, evaluar los positivos y negativos de las opciones de candidatos por partidos y quienes en verdad emergen de la sociedad civil como candidatos independientes, argumentos para reflexionar por quién sí y por quienes no  emitir un voto en el sentido de una conciencia social.

Se trata de que el voto ciudadano en el razonamiento defina la hoja de ruta sobre el destino de una gobernabilidad en la que todos debieran mirar por el bien común en el ámbito de una democracia participativa que luego acompañe a quienes integren la democracia representativa, asegurando el cumplimiento de los compromisos pactados ya como gobernantes.

Siempre será un error de aquellos que se mantengan en la apatía de un abstencionismo a ejercer un derecho político constitucional que tienen por prerrogativa, pero que  en la dicotomía es igual una obligación moral y responsable de sumarse a una voluntad popular que elija por mayoría, sabiendo que igual posee una plena autoridad para exigir resultados.

Los organismos electorales tienen por asignatura la función pública de organizar las elecciones aparejado con la promoción del voto y participación ciudadana que en la proporcionalidad de su concurrencia otorga de una legitimidad a quienes resulten favorecidos entre las opciones. Se refrenda una afinidad o bien se inclina por una alternancia, de eso se trata la esencial democracia.   

Bitácora

Las reglas del juego y acuerdos emitidos desde el entramado constitucional y de sus leyes secundarias son claras, sólo es cuestión de ceñirse a estas que se aceptan desde el momento que solicita un registro, se admite y es contendiente.

eduhdez@yahoo.com




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