OPINIÓN

EN MÉXICO NUNCA HA HABIDO UNA OPOSICIÓN REAL
02/12/2025

La crisis de la oposición en México

PRIMERA DE DOS PARTES

Hay una herida que no cierra en la democracia mexicana. No es el ruido de las marchas ni las peleas en las cámaras; es el silencio de la urna cuando el ciudadano se para frente a ella y siente que está solo. Que ninguna de las opciones en la boleta comprende realmente su vida, su miedo o su esperanza.

La crisis de la oposición en México no es un problema de estrategia electoral, es una tragedia moral. Es la historia de cómo una clase política completa decidió, colectivamente, dejar de representar personas para empezar a administrar intereses. A todos (absolutamente a todos) les tocó sostener el bastón de mando, y en lugar de usarlo para construir un nuevo país, lo usaron para mantener el sistema que nos mantiene a todos hundidos en problemas estructurales que naciones menos desarrolladas ya superaron entrando el siglo XXI.

Para entender por qué nuestra oposición es tan "mala", no basta con mirar las encuestas de hoy. Hay que mirar las cicatrices de ayer y los fantasmas que llevamos cargando desde hace siglos.

LAS VENAS ABIERTAS DE MÉXICO.

México es un país que aprendió a mentir para sobrevivir. No es un defecto genético, es una herencia histórica.

Desde el virreinato, operamos bajo la máxima cínica de "Obedezco, pero no cumplo". Las leyes venían de España, hermosas y justas en el papel, pero inaplicables en la realidad. Aprendimos que la institución es una máscara: por fuera reverenciamos la ley, por dentro la negociamos.

Luego vino la independencia y el violento siglo XIX, donde al matar al Rey (que el mismo Hidalgo vitoreó), nos quedamos buscando desesperadamente a un padre. No construimos un Estado de ciudadanos, sino facciones de fieles. Buscábamos al "Hombre Fuerte" (Santa Anna, Porfirio Díaz) que pusiera orden en el caos.

La revolución institucionalizó esa búsqueda. El PRI no creó la democracia; creó una "Monarquía Sexenal" donde el tlatoani en turno repartía milagros a cambio de obediencia.

La oposición actual fracasa porque lleva este ADN en la sangre. Quieren ser oposición en una democracia moderna, pero operan con los vicios de la corte virreinal y el autoritarismo revolucionario. No saben ser contrapesos, solo saben ser aspirantes al trono.

LA CRUZ DE CADA PARROQUIA.

Cuando el poder cambió de manos, la esperanza era que la alternancia limpiara la casa. Pero el poder no los cambió a ellos; ellos se mimetizaron con el poder. Cayeron en un pragmatismo frío, olvidando que la política, en su esencia más humana, trata sobre el dolor y la felicidad de la gente.

El PAN y la negación de la sangre

El pecado del Partido Acción Nacional es la soberbia y la falta de empatía. Gobernaron con la espada desenvainada. La "Guerra contra el Narco" de Felipe Calderón no fue solo una estrategia fallida; fue abrir la caja de Pandora en la sala de estar de millones de familias mexicanas.

Su error garrafal, el que los persigue como una sombra, es la negación. Al día de hoy, el panismo no puede mirar a los ojos a una madre buscadora y decirle: "Me equivoqué. Mi estrategia te quitó a tu hijo". Prefieren hablar de cifras, de "daños colaterales", deshumanizando la tragedia. Y para colmo, la revelación de que Genaro García Luna, el arquitecto de esa guerra, servía a los mismos demonios que decía combatir, destrozó su autoridad moral. El PAN promete "orden", pero su legado huele a pólvora y traición.

El PRI y la arquitectura de la desigualdad

El PRI es el gran culpable de que México sea un país rico lleno de pobres. Ellos perfeccionaron el arte de la violencia institucional. No solo fueron las matanzas de estudiantes o la "Guerra Sucia"; fue una violencia económica más sutil y cruel.

  • El Fobaproa fue el robo del siglo legalizado. Decidieron que el hambre de los banqueros era más importante que el hambre del pueblo. Convirtieron deudas privadas en una cadena perpetua para las finanzas públicas.
  • El abandono del campo y la industria nacional es su crimen silencioso. Desmantelaron la vida rural, orillando a millones a elegir entre morir de hambre, migrar al norte o sembrar amapola. El PRI, que nació de la Revolución campesina, terminó siendo el verdugo del campesino. Su "institucionalismo" fue solo un muro para proteger a la élite de la realidad nacional. (Continuará)





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