Libro, contigo aprendí (II)

EL LIBRO ES CONOCIMIENTO, es creación, es registro, pasaporte de salvación, es sueño encendido, fuego luminoso, piedra lanzada a la cara del rey, del presidente y de Dios

EL LIBRO ES CONOCIMIENTO, es creación, es registro,  pasaporte de salvación, es sueño encendido, fuego luminoso, piedra lanzada a la cara del rey, del presidente y de Dios; es recopilación de cartas de amor, es reflexión de la existencia, explicaciones inacabadas de dónde venimos, a dónde vamos, es metáfora de la amistad y del amor, es el hombre mismo que se enfrenta al tiempo y pierde, pero triunfa al dejar su testimonio.

SI DOS NIÑOS NACEN, en circunstancias muy distintas y distantes, y uno encuentra el libro por esa combinación de factores de casualidades, azares y causalidades, y otro no, su vida será muy distinta, su sonrisa será muy distinta y su manera de ganarse la vida será muy distinta. Ah y su visión del universo, del lector será amplio y del no lector será muy reducido.

YO, LIBRO, CONTIGO crecí. Contigo aprendí que la semana es lapso, deterioro y verdad incuestionable. Que el tiempo es oro y deterioro. Que el universo es más grande de lo que me imagino, pero es más grande el hombre con conciencia. Que somos parte del universo, no rey de la selva por sobre todas las especies. Que la palabra animal no significa atraso. Que ojalá todos fuéramos civilizados como los animales. 

CONTIGO APRENDÍ, libro, de la luna de octubre. Contigo me acerqué a la tabla periódica de elementos que conforman mi cuerpo y todo lo que veo y toco. Contigo aprendí de la sabiduría callada de mis analfabetas padres. Comprendí que mi estatura es apenas una señal de identificación y que la verdadera estatura se mide por las buenas obras, el amor al amor y a la amistad. Comprendí que los frutos del árbol son una parte son para mí y otras para saciar el hambre de los pájaros. Contigo aprendí de la plusvalía y las rentas, de los trabajos forzados, de la esclavitud, de la servidumbre, de los capitales buitres, de las capitales contaminadas y sus cinturones de miseria. 

CONFIESO QUE LOS LIBROS de poemas me ayudaron en el flirteo para acercarme al tormento bello de los besos. Que no escatimé versos para adorar lo bello, lo sensible, para descubrir lo temible. Me enseñó de las purgas estalinistas, de los destierro en los gulags y las matanzas de millones por discrepar o por sospechar que discrepaban con el poder. De las consecuencias cuando el poder se concentra en un solo hombre. Que la palabra contenida en tí me enseñó, si bien no a erguirme, porque ya me erguía cuando apareciste, me enseñó a mantenerme humano, lo que es lo mismo que a soñar, a vislumbrar mejores futuros. Ah y que no importa, libro, si estás en papel o en digital, de todas maneras es tu contenido lo que te hace continente.

PD

TE CUENTO LIBRO, que (el viernes 11) acudí a un evento en tu honor y escuché hablar a niños lectores. Y me maravilló escuchar el dominio -en su edad- de la palabra ante un público, y con micrófono. Y me trasladé en la imaginación a esa edad cuando yo tenía once años. Y recordé de los primeros textos que amé, que venían en los libros de lecturas (sin olvidar las revistas que mi padre llevaba a casa). Y me vi en ellos. Gracias estimado Wilver Albert por el trabajo que haces de mediador de lectura. (Nota del editor: los niños Emmanuel Córdova, Gibrán Albert, Zoe Villegas, Melissa Córdova y Gabriel Sánchez, participaron en el encuentro “Leer para vivir”, al que se refiere el autor).