Los contumaces. El riesgo del conflicto

A poco más de un año de que el actual gobierno federal concluya, y después de cinco semanas de campañas de las llamadas corcholatas

A poco más de un año de que el actual gobierno federal concluya, y después de cinco semanas de campañas de las llamadas corcholatas, en las que se ha escuchado que representan la “continuidad con cambio”, me pregunto si en realidad esa es una expresión responsable o seria por parte de los seis candidatos, si es el deseo u órdenes del Ejecutivo Federal o simplemente son dislates surgidos en eventos que no son campaña política, que no hacen compromiso, no sirven para debatir las ideas, tampoco para difundir, sin discriminación de medios, los propósitos de participación de cada precandidato durante dos meses de reuniones informativas que, nada informan, pero pretenden sumar vasallos; en consecuencia, son eso, contumacia avasallante.

Pero estamos navegando en dos aguas: la primera, dígase lo que se diga, relativa a la ilegalidad del proceso en curso. La segunda, en el tema de la continuidad con cambio. Del diccionario de la lengua española, se entiende que contumacia es la tenacidad y dureza en mantener un error; contumaz es quien toma decisiones o ejecuta acciones erróneas e insiste en ello. También se usa en el derecho para referirse a la falta de comparecencia en un juicio de una persona que ha sido citada por el juez; por lo tanto, la contumacia implica una actitud de rebeldía y desobediencia al mandato legal o judicial, lo que puede traer consecuencias legales para el procesado, pero también y por extensión del concepto, falta de legalidad o legitimidad (o ambas) en las acciones del ámbito político, social, religioso, familiar o personal. La contumacia era una institución legal de la Inquisición, que consideraba contumaz a quien huía o no se presentaba cuando el tribunal lo requería, lo que se tomaba como prueba de su culpabilidad.

Las reuniones informativas que la “precandidata” y cada uno de los cinco “precandidatos” (entiéndase corcholatas) de Morena han realizado, están fuera de la ley. Todas las campañas publicitarias en anuncios espectaculares, medios masivos y redes sociales, así como las concentraciones masivas que han realizado, apoyados por gobernantes surgidos del Movimiento de Regeneración Nacional, violan el marco legal previsto en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, que establece los requisitos, los plazos, las etapas, los principios y las sanciones que rigen el proceso electoral federal. Esa ley considera el inicio del proceso para septiembre del presente año, y las precampañas para el mes de noviembre, dos meses después; las campañas ya con candidatos definidos inician en el 2024. Así de sencillo el proceso, los pasos y las fechas, no obstante, la absurda, confusa e incierta interpretación del Tribunal Electoral y la medrosa y estulta actitud del INE. Que nadie se equivoque, vamos a una elección viciada de origen, que solo anuncia conflictos por la desmedida ansia de las corcholatas de ganar el punto de partida, la nominación a una candidatura o el mejor posicionamiento competitivo, a pesar de que saben que están violentando la ley, y que con sus actitudes y sus hechos encarnan la definición de contumaces. La oposición, para no perder más terreno en la competencia, decidió sumarse al coro de la contumacia.

Con relación a la continuidad con cambio, es prácticamente imposible pensar que alguien en su sano juicio quisiera votar, para el siguiente periodo presidencial, por continuar las políticas o estrategias que el actual gobierno ha implementado con tan malos resultados en: seguridad, salud y educación. No se entiende en dónde está la reducción del 17 por ciento en homicidios dolosos que habla el Presidente López Obrador, y en contraparte, con cifras del SESNSP, ese mismo concepto cerró el mes de julio con cifras crecientes y un registro de 162 mil 351delitos, cifra inédita en los anales de la violencia en México. El territorio nacional está marcado por agresiones entre grupos de la delincuencia organizada y a la población civil en Chihuahua, Zacatecas, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Hidalgo; uso de drones bombarderos entre malhechores para desalojar poblaciones, mantener o ampliar el dominio territorial o atacar blancos específicos; bloqueos carreteros en Guerrero y en las inmediaciones de la CDMX y Morelos; violencia social en Hidalgo; ataques a cuarteles de la Guardia Nacional en Tapachula, Chis; autodefensas en el transporte público del Estado de México. Tan solo el último fin de semana hubo 235 asesinatos y el cobro de piso se ha vuelto un asunto que ninguna autoridad ve y en consecuencia no registran, pero esa actividad está destruyendo la seguridad en toda la escala comercial o de negocios, desde modestos comercios hasta grandes empresas. Vgr. las tortillerías en Michoacán. ¿En serio, qué significa continuidad con cambio con relación a más abrazos, no balazos?

En otro tema, quién podría votar las políticas de salud que, entre el desconocimiento, la improvisación, la incapacidad ejecutiva y operativa, la pandemia y el inevitable pretexto de que todo estaba de cabeza cuando asumieron el gobierno, ha llevado a la ruina el sistema de salud con el registro de más de 800 mil decesos por COVID19; ahora con el tema de que 60 millones de mexicanos serán atendidos por el IMSS-Bienestar, cuando no es la naturaleza del Instituto por su carácter tripartita; o que habrá una megafarmacia con todas las medicinas del  mundo para hacerlas llegar con un avión a donde las requieran, en una afirmación más de la centralización gubernamental, que insiste en tratar a las regiones, los estados y a los gobiernos municipales como inútiles e incapaces de sumarse a una atención médica y de distribución eficiente de medicinas. Por cierto, en lo único que nos parecemos a Dinamarca es que ellos, después del exitoso modelo de atención a la pandemia del COVID 19, no prescriben el uso del cubrebocas, pero lo recomiendan en sitios cerrados y de asistencia masiva de personas. Aquí, el inefable Dr. Muerte, salió a decir, después de la recomendación que hiciera la UNAM por el rebrote de COVID que se está dando, que no se recomienda el uso de ese adminiculo, como si el tratamiento anticovid se redujera al uso o no del  cubrebocas y olvidando que esa, no es sino una medida más de un espectro de acciones como la vacunación universal, las pruebas de laboratorio, el seguimiento temprano de casos, la determinación de regiones prioritarias y el mantenimiento de las  medidas sanitarias acompañadas de un adecuado esquema de comunicación preventiva que no se vio por ningún lado. ¿Por eso, qué significa continuidad con cambio en medio de este desastre?

En educación, quién en su sano juicio podría votar: la continuidad con la contrareforma educativa inconclusa de la 4T, esa que no le cambiaron ni una coma, pero que no implementaron y terminó siendo una reforma laboral, pregúntenle a la CNTE; el cierre de las escuelas de tiempo completo; la desconocida Nueva Escuela Mexicana que ni los profesores conocen; las modificaciones, con el sello de la casa por pésimas y sin ningún atisbo de transparencia en los libros de texto gratuitos, al grado de reservar la información del proceso por seguridad nacional; la división que está viviendo el país con estados que sí van a distribuir los libros y otros que no lo harán: ¿Y los niños? En que desdén cayó la educación en los últimos cinco. ¿Se acuerdan de que la SEP iba a descentralizarse a Puebla?

Los plausibles proyectos que dieron vida a la 4T, las grandes transformaciones que planteó la convocatoria Primero los Pobres, la descentralización de dependencias, la promesa de no incrementar el precio de la gasolina, la oferta de corregir la inseguridad desde el primer semestre de la administración, desmontar el capitalismo de cuates, abrir el gobierno a la sociedad, transparentar la acción pública; los devoraron los contumaces, incapaces de reconocer errores, incapaces de respetar la ley o corregir un rumbo que tiene precisión: el conflicto.

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