Espíritus y fantasmas

YO VEO A LOS FANTASMAS y los espíritus...

HAY DÍAS EN QUE MIRO los fantasmas y los espíritus. Son muy distintos. Antes me espantaban. Luego no, fui reconociendo que son manifestaciones de quienes se fueron y saben que no han de volver, pero quieren decir un secreto, o quieren calmar el dolor de quienes tuvieron apegos con ellos, y por eso hay una fuerte atracción que los hace manifestarse, pero como casi nadie cree, entonces no se logra la comunicación plena, y ellos siguen vagando y lo seguirán haciendo mientras no logren su cometido, su misión.

Y HAY QUIENES  VIVEN tiempo de más porque no han logrado quitarse la preocupación que tienen a lo que será -luego de su muerte- de sus animalitos de corral o de algún hijo descarriado que requieren los dejen de encargo de ellos a alguien que lo acepte buenamente. Y además que no lo digan que sí, por salir del paso, porque en esos días finales tienen la capacidad de darse cuenta quiénes solo le siguen la corriente.

YO VEO A LOS FANTASMAS y los espíritus. Nadie me cree. Yo sí lo creo porque soy yo mismo que lo he vivido y me lo cuento, pero si me lo contara otra persona tampoco lo creería. Que son alucinaciones, que estoy loco. Pues no. Que lo has de haber soñado. Pues tampoco. Cuando se aparecían de primero, me pellizcaba para darme cuenta si me dolía es que era realidad. Y me dolía. Ya ahora con la experiencia que tengo, ya no tengo necesidad de ello. Solo a dialogar, sin más que tratar de comprender los mensajes. Y les hago preguntas que no me contestan.

ESTOS ENCUENTROS SE HAN CONVERTIDO en una especie de divertimento. Ni con los vivos platico como con ellos. Son mis fantasmas y espíritus favoritos. Puedo escoger con quienes hablar un día u otro. O de acuerdo a mis necesidades emocionales. O si para escribir necesito preguntarles algo sobre características de un personaje específico, sus modos de hablar, de reír, sus movimientos de manos, de la cara. Por ejemplo, si quiero platicar con políticos me acerco a algún café que frecuentaban. Si quiero platicar con una prostituta, me acerco a esos lugares de diversión. Si es con un poeta, entonces me voy a los arrabales.

PARA VERLOS NO ES SIEMPRE, ni cuando yo quiera. Para eso tengo que andar espiritual o sublimado. En modo platónico o yogui. No siempre lo logro, pero poco a poco lo voy logrando. Tengo que dejar vacío mi pensamiento de vibras negativas. Sentir como que camino por sobre nubes. Y en algún momento escucho voces que ya no tienen vibración, sonidos sordos, como si hablaran desde una caverna. Esto no lo puedo explicar porque sé que sonidos son vibraciones, pero detectar los sonidos sordos solo personas como yo, y los perros. Los perros también los perciben.

AL PRINCIPIO, EN LOS PRIMEROS encuentros les preguntaba cómo es allá por donde andan. Y su silencio y miradas perdidas eran más que elocuentes. Yo insistía y nada. Acaso sonrisas enigmáticas era lo más que lograba sacarles como respuesta. Hasta que uno de ellos me dijo que no estaban autorizados para hablar sobre esos temas con los seres humanos, semejantes, y alados. Si acaso lo comentan con los perros. No más. Esa es la única condición que les pusieron para poder vagar en estos valles. Fue cuando recordé aquella lección de que la verdad de lo que nos inquieta solo es conocida por los dioses y por los iluminados, y ni uno ni otro es uno.

INSISTÍ VARIAS VECES, inquieto, curioso, pensando que ya había resuelto lo de esos secretos que nos inquietan. Estaban allí frente y luego junto a mí quienes estaban allá, literalmente en el otro mundo, y podrían contarnos, sacarnos de duda sobre todo ello que nos es desconocido. Hasta que me dijeron, si quieres vernos de nuevo no nos hagas esas preguntas. No nos incomodan, pero solo que estamos imposibilitados de comentarlo. Nuestro castigo sería nunca más volver a estar por estos lados. Ahora imagínate que ni en noviembre pudiéramos visitarlos, y entonces sí, sería una catástrofe cosmológica.

EN ESOS PRIMEROS ENCUENTROS me asustaba. Ya lo dije. A uno no lo preparan para ver espíritus carnales caminando como si nada entre nosotros. Y reconocer desde niños a los abuelos muertos hace más de cuarenta años. O ver de frente minutos antes de su muerte a quienes murieron atropellados o se suicidaron, de verdad que da miedo. Y el miedo es muy nuestro. Los fantasmas y espíritus terrenales se reían. Si somos iguales, alcanzaba a escucharlos. No entendí bien a bien lo que querían decir con eso de que todos somos iguales. Hasta que poco a poco me fui familiarizando con sus presencias. Y más cuando eran mis padres amados, o mi novia aquella que me miente que murió de amor. Entonces quería retenerlos para estar platicando con ellos y ella. Pero no estaba preparado por mi descreimiento.

LOS FANTASMAS SON VAGUEDADES que se unen para dar imagen de unidad corporal y se mueven como la suave brisa. Una especie de vapor unido como con imanes, color generalmente blanco y en ocasiones raras son negros. Estos andan en otra misión. Los blancos son la mayoría y tienen la misión de dialogar con las personas con las que tuvieron apegos y sufren la pérdida. Los espíritus son vibraciones  que en la nada representan los cuerpos que tuvieron. La diferencia es muy clara para quienes ya tenemos experiencia en ello.

AHORA BIEN. HAY FANTASMAS y espíritus errantes. A ellos les han dado la facultad de encarnar por breve tiempo. Se les ha dado prestada una vida fugaz y efímera. Tienen una misión en el planeta. Como oportunidad para ver si con sus actos y experiencia de vidas anteriores logran descansar en paz y por lo tanto la vida eterna. Mientras tanto son ánimas en pena. Y estas sí son peligrosas. Nosotros no.  Nosotros no.