¿MANO NEGRA?

En 2018 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le entró al debate público sobre venta y consumo de drogas en la máxima casa de estudios

En 2018 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le entró al debate público sobre venta y consumo de drogas en la máxima casa de estudios. Si bien por el lado del estudiantado se dieron los primeros brotes de inconformidad o denuncias, fue el Rector Enrique Graue quien encabezó la campaña “Fuera Narcos de la UNAM” con el apoyo de la comunidad académica y estudiantil.

En el primer año de esa campaña sumaron 12 denuncias judiciales por ‘narcomenudeo’ en  las inmediaciones de las facultades de Derecho, Filosofía y Ciencias Políticas; en el campus universitario,en las inmediaciones del Centro de Enseñanza para Extranjeros y la Facultad de Psicología. 

La cifra de esta cruzada contabilizó finalmente más de  94 investigaciones, 28 dentro de la UNAM y 66 en sus inmediaciones, según reportó Milenio en una investigación periodística.

Finalmente la cruzada por limpiar la UNAM previo a la pandemia arrojó la detención de Arturo García Garay, alias, “El Caber”,  señalado de liderar la venta de droga en lugares aledaños a la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM). 

La introducción no es sino para recapitular la “denuncia pública” de la doctora Felipe Nery Sánchez Pérez, de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la UJAT, emitió mediante una entrevista radiofónica, expresión que por cierto, ha sido considerada “escandalosa” por un sector de la población estudiantil. 

“La DACSyH tiene muchos problemas de drogas, se vende dentro de la Universidad. Hago un llamado a las autoridades, porque al lado de la escuela tenemos un OXXO, donde venden alcohol, y los jóvenes entran con cerveza a la División porque no podemos revisar las mochilas. Yo no sé en qué momento le autorizaron la venta de bebidas al OXXO. De repente me siento como la administradora de un reclusorio, por los problemas que se presentan, las tensiones" - remarcó-.

Empero, contrario a lo que sucedió en la UNAM, en Tabasco desde esa denuncia inició una “cruzada estudiantil” para exigir la renuncia de la Directora.

La cruzada alcanzó además al congreso local, luego que el ex lider estudiantil y legislador por Morena Jorge Bracamontes, respaldará la petición de expulsión.

“Coincidentemente”, se identificó que desde la sociedad de alumnos de la división, se reprodujeron mantas con denuncias sobre posibles actos de corrupción, venta de calificaciones y presuntos abusos sexuales en este campus.

Es decir, la cruzada “antifelipa” dejó a un lado los señalamientos sobre consumo o venta de drogas en la universidad y retomaron señalamientos ajenos a la expresión inicial.

Las evidencias sobre la existencia de “mano negra” en las expresiones de protesta,  desde luego arroja como primera lectura la intención de  “esconder” la denuncia inicial y convertirlo en un conflicto político que ponga en la mesa la dimisión de la catedrática; se lee desde lejos, por el atrevimiento a semejante denuncia.

Hasta el momento, la comunidad académica se ha mantenido al margen de las expresiones a favor o en contra, en un complicado escenario de complicidad o miedo, tomando como referencia la presencia de grupos criminales no solo en Tabasco, sino al interior de la universidad.

No solo pues, el escenario da pie a “una mano que mece la cuna”, sino una más pesada que trata de zamarrearla hasta sus cimientos.

Así las cosas.

Kybalión.- Hace algún tiempo, una novel profesora de educación media superior, me reveló su experiencia con lazos del crimen organizado en el sector educativo.

Después de luchar mucho por conseguir unas horas, le fue otorgada algunas -mediante aplicación de examen- en una villa muy cerca de la capital del estado.

En su primera clase se enfrentó al líder de los estudiantes quien desde el inicio de su materia, le demostró tener el control de la comunidad. Un chamaco por cierto no mayor de 16 años.

Más tardó en expulsarlo del salón, que el mismo director del plantel le requirió pensarlo. El argumento fue sólido: “es el sobrino del jefe de plaza”.

Pasó con 10.