El tema de los temas

ME PASA TAMBIÉN que empiezo un tema. Lleno tres hojas. Lo vuelvo a leer. Lo corrijo. Corto. Podo


ESCRIBIR PUEDE SER un hábito. Para algunos es necesidad. Lo cierto es que no pasa nada si no escribes. Pero si escribes sí pasa algo dentro de ti. Como que una lucecita se mantiene, se sostiene. Dicen.

ME SUCEDE QUE a veces estoy sin tema. ¿Sobre qué escribir? Y esa misma pregunta me hacen quienes llegan al taller literario pensando que es un taller de lectura. Y les digo que escriban cartas. Sea a Dios o al Diablo. A una tía lejana. A un amor lejano, que fue o pudo haber sido. A una maestra de preescolar.  O primaria. O escriban lo que sueñan. "Pero yo nunca sueño nada", me respondió una señora guapa. "Imagine que sueña", le respondí.

¿LE GUSTAN LAS MASCOTAS? Escriban sobre ellas. De ahora o de hace años. Alguna gracia. Alguna anécdota. Cómo llegaron a ustedes. Cuando se escapó y volvió. El llanto por su ausencia o enfermedad. Yo tuve un perro que se llamaba Salinas. Acompañaba a los vecinos del barrio a caminar tres cuadras para dejarlos en la carretera y tomaran su transporte. Y luego iba por ellos a esperarlos en la tarde. Lo mismo con los niños a la escuela en su entrada y salida, les acompañaba.

YO EL TEMA LO PESCO desde la noche anterior. O en la madrugada cuando despierto. "Mi primera novia", "La primera vez que morí (casi)". Y cosas así. Solo que a veces por más que lo intento, nada logro. Y en la mañana me pongo frente a la hoja del cuaderno. Y así pasan minutos. Entonces es cuando salgo de casa, me asomo al patio y miro un hormiguero. Tema: las hormigas. O camino por unas cuantas calles. Y veo moscas avalanzadas sobre un perro muerto. Tema: las moscas.

ME PASA TAMBIÉN que empiezo un tema. Lleno tres hojas. Lo vuelvo a leer. Lo corrijo. Corto. Podo. Y finalmente no me gusta y lo rompo. He roto casi la misma cantidad de textos que he escrito. Uno debe ser crítico del trabajo propio. Uno no debe temer quitar palabras, enunciados, párrafos. Gana el texto.

¿ES TEMA EL FÚTBOL? Lo es. Pero debe uno despegarse del interés personal (si lo hubiera), del fanatismo. Escribir las trayectorias del balón hacia el arco. Alguna jugada espectacular. También. Pero quien escribe ha de ver y escribir sobre lo que los demás no miran. Los detalles hacen la diferencia de la mirada común.

QUIEN ESCRIBE ha de hacerlo para mostrar lo que pocos ven. Los gritos de apoyo o abucheos del abuelo, padre e hijos. Las caras pintadas de los colores del equipo. Los vasos con cerveza que se tiran las porras. La publicidad vomitiva. "Aquí van las fríaaaas". "¡Casi paleta! "Y el beso de parejas que solo interrumpe el gol.

COMO SE PUEDE VER, escribo sin tema. Recuerdo a un amigo que se enojó con un tecladista. Estábamos comiendo mariscos en El Bellote, Paraíso. Dos chives. El tecladista iba de melodía en melodía, cuando tocó turno de "Mesa qué más aplauda". La del estribillo recordado del  "Zza, zaa, zaa". Y sale lo de las rítmicas mentadas de jefa. Y con nitidez en  la pronunciación dice "qué chi, que chin, que chingue a su ...adre el América". Y mi amigo le iba a ese equipo. Entonces se pone rojo, notorio en su cara con imagen de ofuscación.

Y SACA UNA PLUMA y en servilleta reclama por escrito al tecladista. Que "tenga cuidado porque no sabe si entre los clientes puede haber aficionados de ese equipo qué puedan ofenderse", como él. Llamó a un mesero y le pidió llevar el reclamo al músico. Este lo leyó y pidió disculpas ante el micrófono.

ANDAR SIN TEMA es de peso y preocupación que solo un ansiolítico puede curar. Y uno de ellos es el café calientito. Y disponerse de nuevo, con paciencia, a esperar la musa de la inspiración, que bien puede ser cualquier cosa, por pequeña o grande que sea. Por ejemplo... andar sin tema. (Desde Monterrey)