OPINIÓN

¡Ni una más!
02/03/2021

Si los actores públicos cogobernantes de este país también tienen derecho a tener vida privada no está a discusión, pero cuando esa privacidad se entremezcla con lo público desaparece la línea divisoria, ante los desfiguros de quienes aún con más celo debieran ser congruentes en su patrón de conducta; porque incluso en el primer círculo social estos personaje no dejan de ser poseedores una delicada responsabilidad influyente en entre el colectivo, transgredida ser per sé.   

Ejemplos los hay muchos entre la fauna de quienes se asumen como políticos sin tener trayectoria ni aportaciones que les respalden, pero que en la inmoralidad disfuncional de lo público y social evidentemente que aviva con mayor violencia el repudio hacia esa elite que se entiende debieran ser ejemplo de rectitud y compromiso de honrarle a esa voluntad popular que les elige en pro de beneficiarse en común de un estadio de prosperidad.

Cómo pretender meter con calzador a una candidatura de gobernador un personaje que cuando fue alcalde por Acapulco, Guerrero, se distinguió por corrupto y excéntrico al grado de hacer una película, pero definitivamente lo más bochornoso dio terminado con la precaria trayectoria colmada de insensateces,   en el desenfado de su cinismo;  imperdonables las denuncias por violación a mujeres que en circunstancias y tiempos distintos coincidieron en el ambiente de trabajo.

El ecosistema de la cogobierno mexicano ya no resiste más ser una elite de cuates y cuotas como ha solido ser en detrimento de una nación con 126 millones 014 mil 024 habitantes a marzo de 2020, en un alto porcentaje de los deciles socioeconómicos confinados a la pobreza, a la miseria.

Desde luego, para nada se está descubriendo el hilo negro de una realidad ancestral que le marca a unos y otros por igual, porque son los mismos rostros y apellidos y generaciones, aunque así sea con cambio de camiseta ideológica perdidas todas en el mezquino pragmatismo de sus intereses facciosos.

No les resultó prender imponer a un personaje que nada de agraciado y menos de pintoresco tiene más allá de la mala fama que se ha forjado, considerando que los decibeles en la medición de la calidad de la democracia ya no puede estar abajo, porque la aguja yace en la sepultura del suelo, con todos los negativos ya logrados.     

Los tiempos y circunstancias de ahora son diametralmente distintos a los de 1968 y 1971 cuando las manifestaciones estudiantiles fueron reprimidas al grado de cometer  velados genocidios. La intolerancia a discrepar de lo público sigue siendo la misma, intacta o quizás en grado superlativo que antes.

Ahora todo cuanto se hace o se deja de hacer en lo público, bueno y/o malo, en la era de las tecnológicas “benditas redes sociales” ya no tan benditas que predominan en una aldea global son un detonante en pro y también en contra, que igual pueden catapultar o bien terminar por cavar la tumba de personalidades ponzoñosos que le han traicionado en reiteradas ocasiones a la voluntad popular.

El colectivo de mujeres demostró una vez más que sin importar diferencias coyunturales ni niveles socioeconómico ellas sí son capaces de unirse para alzar la voz ante tales atrocidades que atentan contra su integridad, acentuado ante un régimen empecinado en sólo criticar y aplicar el estado de derecho con exacerbada carroña la paja de los responsables de un México reumático difícil de echar andar, estando en el fangoso hoyo de una brutal corrupción que no distingue colores ni frentes.

Sin embargo, para sus adentros del régimen en turno de la alternancia en lo que va del  siglo XX  poco o nada importa la viga, por demás obsequiosos con quienes dentro del secretariado de sus gobiernos afines incurren en las mismas prácticas de corrupción e impunidad, alcanzando al ámbito legislativo y los órganos autónomos así como desconcentrados.

Al final son los mismos integrantes de una elite sin pudor alguno que han tenido por rehén a la política prostituida, entendiendo que sus modus vivendi no se acerca ni se asemeja con su esencial propósito de esa que se debiera ser el instrumento del arte de lo posible para el bien común .

En la proximidad del Día Internacional de la Mujer cobrará mayor trascendencia este ocho de marzo las voces femeninas al unísono de exigir justicia ante el acecho a su integridad, incluido frenar cualquier intención en la sinrazón de llevar a cargos de poder público a actores públicos cogobernantes que ultrajen la dignidad humana.

Pero las denuncias de violación a mujeres hacia quienes de entre la clase cogobernante no son casos aislados, sino que son una infinidad los casos que en el temor a represalia si se atrevieran a hacer público esto es lo más profano, incluso en lo que hoy se conoce violencia política en razón de género.

Aunque no exclusivo de este país ni de los actores públicos cogobernantes, no se puede perversamente ser todavía permisible  en el abuso de la investidura escudada en un fuero extralimitado a la impunidad, eliminado este blindaje que de origen se instauró para proteger a las voces discrepancias ideológicas desde el legislativo hacia el jefe de Estado que le podría acallar.

El Acuerdo 3de3 del INE aplicable a todos los organismos de los 32 estados con elecciones concurrentes, este seis de junio de 2021, niega el registro a candidaturas de violencia a la mujer, en el fiel acatamiento la carrera de más de uno ha expirado. 

Bitácora

La calidad de la democracia, siendo el laboratorio de esta el edén mexicano, ha entrado en crisis a nivel de competencia.

eduhdez@yahoo.com




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