Oda al café

GRACIAS POR EL RICO CAFÉ, por esa risa interior, y la dichosa palabra. Por esa inminente dicha

GRACIAS POR EL RICO CAFÉ, por esa risa interior, y la dichosa palabra. Por esa inminente dicha. Por la muy mía alegría, que me provoca el café, que por nada cambiaría. El café tiene su historia, en mi memoria grabada. Desde muy lejos venimos, desde muy lejos llegó. Y al café le apuesto yo, para poder saborear, en ese elíxir la dicha. Tibieza y ensoñación, la alegría de vivir. Y más, la existencia amena. Gracias por este café, el de la dicha plena.

A VECES ME QUEMA el café, los labios por lo caliente. O me quita el sueño a media noche, por lo fuerte. Me acomoda en un diván, y me hace hablar de mi suerte. Me quita el frío si hay hielo en el ambiente. Y pone temas en mi lengua para hablar. Y puedo callar mientras lo saboreo. Y mientras más energía me da, menos me asombra, de todo lo que puedo, hacer a su merced, rico el café, se antoja.

Y PUEDE SER PARADOJA, que despierte y haga soñar. Aunque me ofrecen un té, de manzanilla o jengibre, yo prefiero el café, y quede dicho. Y seguimos platicando mientras me sirven otro. Que se encadena al anterior, como eslabón de la felicidad soñada.

SI ESCRIBO PIENSO en el café. Y a mí derecha la taza, guarda la energética bebida.  Y me hace volar en el recuerdo y en planes para encuentros de futuro. Y aparece un personaje para que escriba. O imágenes sin par. Y yo me pongo a escuchar el viento, que trae sonidos de aliento. Y miro distante el firmamento, como que tiene más luz. Y es el café quien me hace volar.

ERES MI ALIENTO, CAFÉ. Eres escalera el cielo. Eres mi consuelo en el delirio. Eres martirio que me gusta sentir. Me das alas para volar. Y pones la palabra exacta en mi lengua al hablar. Y si escribo, eres,  café, el que me pones en ruta de escribir un texto a mi agrado.

NEGRO, AL QUE LLAMAN americano. Y de vez en cuando uno lechero, para bajar la cafeína. Qué está bien de por sí, pero el exceso me daña, ya sabes, la edad. Pero aun así, sueño que el día siguiente pueda tener, esa dicha oportuna, de saborearte natural. Qué más.

A VECES CON PAN, mojar el mollete, mojar el bisquet y saborearlo sopeado. Si fuera el pan de sal, al mojarlo con café, sabe distinto. Es tradición comerlo así. Hablamos del café con pan. Pero volviendo al café deseado solito, ya es fiesta del alma y del corazón.

EL CAFÉ LLEGÓ y más no se aleje. Prometo escribir motivado, tomando café. Que siga siendo el elíxir del motivo. La vida se justifica, si hay aliento, que el café motiva. Sea por Dios, por la naturaleza y la suerte;  por la causa de las causas. Sea el café la razón, ruta de la pasión por escribir.

¿UN CAFÉ? QUÉ BIEN.  ¿Dos? Mejor. Hoy y mañana. Mañana y tarde. 

PAZ Y ARMONÍA, CAFÉ. Amor y amistad, café. Apuesta del futuro, café. Motivo y aliento, café. Musicalidad con poema, café. Mil razones de vida. La sonrisa y el guiño. El café toca mi puerta: tan, tan. ¿Quién es? La vida. Nuestra vida.