PLANO TANGENTE
23/06/2025
CUÁNTO LE DEBEMOS AL AGAVE
«El agave es verdaderamente admirable: su violencia es quietud, simetría su quietud.»
Octavio Paz
Los agaves, también llamados magueyes, son un género de plantas que comprende más de 200 especies distintas. En México se encuentran casi el 75 % de ellas, y la gran mayoría son exclusivas del territorio. Los agaves han adoptado usos muy variados y han sido indispensables en el desarrollo del país desde la época prehispánica y de norte a sur. Además de su reconocida aplicación en la elaboración de bebidas alcohólicas, son una fuente de fibras textiles, medicamentos y, por supuesto, tradición. Comprender su importancia económica, cultural y ecológica es crucial para salvaguardar la diversidad de agaves en México, así como un recordatorio de seguir estudiándolos para explotar todo su potencial.
Los agaves se distinguen por crecer en forma de roseta, similar a una espiral, con hojas alargadas y puntiagudas. Los bordes y la punta de estas hojas cuentan con espinas como defensa contra los herbívoros. Se reproducen tanto de forma sexual como asexual, aunque esta última es más común. Para la reproducción sexual, la planta produce una estructura llamada "quiote", que consta de un largo tallo floral donde produce inflorescencias que luego son polinizadas para producir semillas. La reproducción asexual puede darse por bulbillos, que son pequeños retoños que forma la planta hasta que se caen, o por hijuelos, que son plántulas que se forman en la base del agave a partir de las raíces.
El uso más famoso de los magueyes es en la elaboración de bebidas alcohólicas. El tequila, por ejemplo, se elabora a partir del centro, o "piña", del agave azul ( Agave tequilana) únicamente. Por el contrario, el mezcal se produce utilizando varias especies distintas, logrando una amplia gama de notas y perfiles en el sabor según su combinación. El agave más empleado en el mezcal es el espadín ( A. angustifolia), pero también se emplean otros como el tobalá ( A. potatorum), silvestre y de sabores distintivos, el cuishe ( A. karwinskii), con notas más terrosas y herbales y el papalote ( A. cupreata), para notas a cacao y cuero, por mencionar algunas de las más de 14 especies. Por su parte, el pulque, una bebida sutilmente alcohólica, es elaborado a partir de la savia, o aguamiel, del agave pulquero ( A. salmiana). El pulque destaca, además, por su aporte de vitaminas y minerales, de probióticos y por sus propiedades diuréticas.
Fuera de eso, las prolongadas hojas del agave, o pencas, han sido y son empleadas en muchas partes de México para elaborar fibra vegetales y, por tanto, una serie de productos que van desde materiales de construcción hasta instrumentos y textiles. El henequén o sisal ( A. fourcroydes) es un buen exponente de esto. Es un agave endémico de la península de Yucatán cuyas fibras resistentes se emplean en la confección de costales y cuerdas, así como hamacas, alfombras y tapices. Durante mucho tiempo, su producción y exportación fue una actividad crucial en la economía de la región, pero poco a poco ha sido desplazada por el uso de fibras sintéticas. Asimismo, para la cultura maya fue una materia prima indispensable. En el norte de México, por su lado, el ixtle cumple un importante papel en la fabricación de cepillos, escobas, estropajos, cuerdas, morrales, sombreros e incluso calzado. Todos estos objetos de uso cotidiano, por tanto, derivan de Agave lechuguilla, que es la principal fuente de ixtle.
En la medicina tradicional, los agaves se han empleado para tratar con problemas del tracto digestivo, lesiones cutáneas, dolores derivados de la inflamación y hasta infecciones. Con el estudio y el ahondamiento científico de estas observaciones, se ha encontrado que, efectivamente, los agaves son ricos en prebióticos, antiinflamatorios y algunos de sus metabolitos pueden estimular y fortalecer el sistema inmune. De hecho, en los últimos años se ha estudiado a los agaves como fuente de unos compuestos llamados "saponinas", a los que se les atribuye actividad antioxidante, antiinflamatoria, inmunoestimulante y antimicrobiana, entre otras. Si bien las saponinas no son exclusivas de los agaves, se ha observado que las pueden producir en gran cantidad. Más allá de la salud, las saponinas tienen aplicaciones en otras industrias como la cosmética, alimentaria y agrícola.
La riqueza de México está en sus plantas. Los agaves son un ejemplo más tácito, pero es una realidad que hay tantas oportunidades como plantas sin explorar. Entender y valorar cada especie es causa y consecuencia de su estudio, y para guiar nuestra atención es necesario regresar al conocimiento tradicional y excavar aún más en él. Ahora bien, conservar la biodiversidad no es solo sembrar y ver campos llenos, es cuidar también su diversidad genética. Los monocultivos no son buenas opciones, como pasa con el agave azul del tequila. Hay que proteger, por ende, los ecosistemas donde se desarrollan y reproducen naturalmente las especies vegetales. El agave nos enseña de tradición, de valorización, de aprovechamiento integral de la planta; hay que extrapolar esa filosofía. (jorgequirozcasanova@gmail.com)
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