OPINIÓN

Plano Tangente
22/09/2025

El siguiente paso en las escuelas

«El conocimiento se puede transmitir, pero la sabiduría no».

Hermann Hesse

El comentario cae solo en cualquier sobremesa: "los muchachos de ahora están peores que antes", hablando de educación académica. ¿Es cierto en Tabasco? Es importante cuidarse del sesgo de la nostalgia y pensar que antes, siempre antes, todo marchaba bien. De hecho, si comparamos cobertura y escolaridad con el pasado, hoy estamos mejor con diferencia. Lo que sí es que hay nuevos problemas que, por su latencia, reciben más atención.  Si miramos aprendizajes y equidad, la realidad es más áspera y menos lineal de lo que solemos o queremos imaginar.

El grado promedio de escolaridad en Tabasco pasó de 7.2 años en 2000 (equivalente a segundo de secundaria) a casi 10 años en 2024, lo que significa que la mayoría alcanza por lo menos el primer año de bachillerato. Es una mejora clara y sostenida en dos décadas. La reducción del analfabetismo confirma esa tendencia: según cifras estatales, la población de 15 años y más que no sabe leer ni escribir pasó de tasas de dos dígitos en la década de 1990 a 4.8% en 2021–2022, 4.6% en 2022–2023 y 4.4% en 2023–2024. A nivel nacional, el INEGI muestra una caída constante del analfabetismo en tres décadas, evidencia de que la escolarización básica se consolidó.

Las tasas de asistencia escolar en jóvenes de 15 a 24 años también aumentaron: en el país subieron de 33% en 2000 a 45% en 2020, y Tabasco acompaña la tendencia. Sin embargo, el paso de secundaria a media superior sigue siendo el gran "embudo". Aunque más adolescentes terminan la secundaria, no todos permanecen en bachillerato. La tasa de abandono en media superior ronda un dígito alto; los datos estatales reportan 9.1% en 2021–2022 y 8% en 2022–2023, con la cifra de 2023–2024 aún en integración. Es un avance respecto a décadas pasadas, cuando menos jóvenes llegaban siquiera a esa etapa, pero muestra que la permanencia sigue siendo un desafío.

La educación superior ofrece otra visión: su cobertura en Tabasco pasó de cifras muy bajas en los noventa a 43.3% en 2021–2022 y 46.9% en 2023–2024 entre jóvenes de 18 a 22 años. Sin embargo, apenas la mitad del grupo de edad logra cursar una licenciatura o un técnico superior. Esto limita el capital humano que el estado necesita para diversificar su economía, atraer inversión y profesionalizar actividades tradicionales como la ganadería, la pesca o el turismo rural. Esto se ha visto favorecido por las becas generalizadas, que en algunos casos han ampliado el acceso a las universidades, aunque con otras implicaciones.

Queda claro que hay más jóvenes que nunca estudiando. Entonces surge el siguiente contraargumento: "pero no aprenden", y esta es la parte más delicada del debate. La Evaluación Diagnóstica 2022–2023 aplicada en secundarias de Tabasco arrojó promedios de 46.9% de aciertos en Lectura y 36–37% en Matemáticas. Respecto al resto de México, no son resultados catastróficos, pero sí insuficientes para lo que la economía, la ciudadanía y la vida cotidiana exigen. Respecto a la alta matriculación en las universidades, los incentivos como las becas, cuando no son supervisados, pueden virar en que el alumnado priorice estar en la universidad para conservar el apoyo y no para comprometerse y aportar al desarrollo personal y colectivo. Las becas no necesariamente promueven el esfuerzo y el aprendizaje, del mismo modo que instituciones de educación superior sin docentes ni exigencias académicas serias lo hacen.

La desigualdad territorial es otro obstáculo para formar una opinión objetiva. En municipios con mayor marginación se concentra la población adulta sin educación básica completa. Son comunidades donde los recursos escolares son escasos, los docentes enfrentan condiciones difíciles y los hogares dependen de que sus hijos colaboren pronto en el sustento familiar. Esa geografía social empuja hacia abajo los promedios estatales y alimenta la idea de que el nivel ha caído, aunque en realidad los avances están distribuidos de manera muy desigual.

El contexto nacional añade matices. En 2025 el gobierno federal lanzó un plan para reorganizar la media superior, ampliar la cobertura al 85% y reducir el abandono con tutorías, becas y mejoras en planteles. Si el programa se implementa con seriedad en el sureste, Tabasco podría ser de los más beneficiados, siempre que las acciones se adapten a realidades locales: distancias, transporte, necesidades de jóvenes que combinan estudio y trabajo y apoyo a los docentes en formación y actualización.

No estamos peor que hace 30 años. En acceso, escolaridad y oportunidades formales, Tabasco está mejor. Lo que sí es que hay desafíos que deben resolverse con seriedad y que son parte estrecha del camino. Ya la mayoría de los jóvenes están en las aulas, falta que sean todos y que el esfuerzo de estar ahí florezca en ciudadanos más cultos, críticos, cívicos y capaces. Se requieren puntos de control, en especial en matemáticas y lengua, atacar las razones de la deserción escolar y planes realistas para la educación. Hay que dejar de enfocarnos en la superficie de las aulas para ver qué sucede adentro.

(jorgequirozcasanova@gmail.com)





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