Apuntes de clase: Te lo digo a tí, República (I)

EN LA REPÚBLICA, Libro VI, de los "Diálogos de Platón", el personaje Sócrates dialoga principalmente con Glaucón...

EL TEMA ESCOLAR DE HOY es hablar de los rumbos de la República, según Platón, filósofo griego. La ventaja del lector es que puede abandonar los textos farragosos en cualquier momento. Solo que la invitación es a asomarse a una clase de filosofía, donde cinco alumnos escuchan y participan. Y recordar que existieron esclavos físicamente, y que hay esclavos de pensamiento, y que hubo siervos en otro modo de producción, y que hay legión de obreros, campesinos y clases medias explotados en el modo capitalista. Quizá relacionemos las ideas de este texto con el hecho de que hay quienes en la sociedad son indiferentes, quienes aplauden sin pensar, quienes son llevados a mítines y asambleas. De esto no trata este texto, sino del "conocimiento sensible", que adquirimos solamente con nuestros sentidos, a diferencia del conocimiento "inteligible", que adquirimos mediante la razón, que es con lo que se reflexiona y analiza, y se sacan conclusiones. De esto trata el presente.

OTRO AGREGADO MÁS, previo al texto. El contexto es Atenas, Grecia. Y refiere a tiempos de aproximadamente 300 y 400 años antes de Cristo. Sócrates fue el gran pensador y maestro de muchos, y entre ellos del gran Platón, quien fundó la verdadera "Academia", y este fue maestro de Aristóteles, el gran científico de la humanidad (mucho de lo que manejamos ahora se debe a este portento de cerebro, entre todo la división y clasificación de los seres vivos, por ejemplo). Sócrates no escribió, y fue su alumno Platón quien, aparte de dar clases magistrales, escribió un montón o montonajal de libros de muchos temas, entre ellos uno que se llama "La república", donde establece algunos lineamientos de cómo debiera manejarse una república, y quiénes son los más aptos. El libro está escrito en forma de diálogos. Y en ellos sus compañeros y su maestro Sócrates son los personajes.

EN LA REPÚBLICA, Libro VI, de los "Diálogos de Platón", el personaje Sócrates dialoga principalmente con Glaucón, aunque en algunas partes interviene Adimanto. Y con su estilo mediante preguntas, el autor, a través de  personajes, va exponiendo sus ideas. En este caso inicia con lo que es y no es un filósofo, y quiénes están mejor preparados son los que deben cuidar el Estado, y les llama "guardianes". Así mismo interroga de si estos deben "ver bien o estar ciegos". Lo que a simple vista parece una pregunta fácil, sólo que el personaje Sócrates se refiere no a la vista natural, sino la vista metafórica que se requiere, como disponibilidad para aprender. Los ciegos físicamente, no se diferencian de los que aun viendo están privados del conocimiento, o de la disponibilidad para aprender. Aquí marca la diferencia.

PRECISAMENTE EN ESTE LIBRO Sócrates va definiendo el perfil del filósofo: "los más preparados para dirigir el estado". Una característica tiene el filósofo: la disponibilidad para agenciarse el conocimiento de la naturaleza de las cosas. El filósofo ama el estudio. Y además detesta la falsedad, por consiguiente ama la verdad. El filósofo va dominando, mediante la dedicación al estudio (y abandonando), a los placeres del cuerpo, para encaminarse al placer del alma, y a este lo refiere con la disponibilidad y amor al conocimiento. El filósofo no es ni cobarde, ni servil.

ADEMÁS DE ESA DISPONIBILIDAD para adquirir el conocimiento, debe tener mesura y gracia. Debe tener facilidad para memorizar, y apreciar la verdad, la justicia, la valentía y la moderación. Llegando a esta parte, se hace el planteamiento de lo útil o inútil de los filósofos para gobernar los estados. Y la conclusión es que son inútiles, no porque no sepan, sino porque no recurren a él (al filósofo), no por culpa de este, sino de los que se aprovechan de los beneficios del estado y de quienes, como mayoría, les siguen como mansos corderos.

ES AQUÍ DONDE SÓCRATES ilustra con el ejemplo del barco, en el que los marineros se dividen en dos: quienes defienden al capitán y quienes lo quieren fuera del timón, incluso enfrentándose y tirando al mar a quienes los defienden. Apresado el capitán, los marineros hacen y deshacen, tanto con los víveres, como con la dirección por donde llevan el barco. (Continuará)