Querido Pablo (II):

ESTA ES LA SEGUNDA PARTE DE LA CARTA QUE EL AUTOR LE DIRIGE A PABLO MILANÉS

ESTA ES LA SEGUNDA PARTE DE LA CARTA QUE EL AUTOR LE DIRIGE A PABLO MILANÉS, COMPOSITOR E INTÉRPRETE CUBANO, RECIENTEMENTE FALLECIDO Y QUE DEJÓ HONDA HUELLA EN VARIAS GENERACIONES. SEGURAMENTE SEGUIRÁ VIGENTE.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS

PERO NO QUIERO dejar de decirte que te vi por primera vez, Pablo, en vivo en 1980 en Villahermosa, donde vine del Norte a quedarme. Yo andaba sin dinero, literalmente. Apenas unos pesos tenía para el autobús que cubre la distancia de 30 kilómetros de Jalpa a Villahermosa, la entrada al teatro Esperanza Iris, obra orgullo de esta ciudad, más el de regreso. Solo que ya para la salida 11 de la noche ya no había camión para volver, hasta el día siguiente. Y tuve que pedir posada en un hotelito El Oriente, de calle Madero, del centro de la ciudad, donde generosamente me hospedaron gratis. Antes me comí dos tacos bajados con agua de la llave. Pero te vi, junto con el gran Silvio y Alejandro Díaz "Virulo". Fue una revelación verlos, porque andaban ustedes con la melena suelta, la vista puesta en el porvenir y arengando con poesía y buen humor a las nuevas generaciones de que es posible un futuro mejor, sin menoscabo de amar fuertemente a una mujer.

Y ESA VEZ TUVE el valor de acercarme al camerino y mentir: "soy periodista y escritor", y funcionó porque me dejaron pasar y te saludé lo mismo que a Silvio y Virulo, porque antes la vida es más sencilla. Tres pregunta a cada uno, para un texto que luego perdí. Luego hiciste con tu creatividad que te sucedieran muchos discos, y cada uno lo fui adquiriendo. Y me llenaba de canto de pájaros, como tu pelo un nido. Y tus discos subsecuentes eran muestra de tu imaginación creadora e inquieta de seguir buscando, de seguir buscando, como una desesperada (paciente) manera de decirnos que no hay nada aquí en la existencia nada más que nuestro movimiento, y que este por serlo, pasa de manera incesante, e indetenible. No hay vuelta atrás. Así escuché tus canciones con poemas del maestro José Martí, los versos sencillos. Y las inigualables maneras de cantar poemas rítmicos del inigualable negrito zumbón, poeta Nicolás Guillén, y enterarme que "Vito Manué no sabe inglé". Y ese feelings en tus canciones románticas tuyas, nuestras, de todos, Pablo.

PERO DEJA CONFESARTE que en todo tu trayecto te exigimos como público siempre mucho, y no sabíamos lo que estabas pasando, por las que estaban pasando ustedes los cubanos. Todos, tantos los de a pie, guagua, como los de auto, que eran pocos. Se decía que solo tres automóviles Audis circulaban por La Habana y que uno de ellos era el tuyo. Mentiras, nunca lo creí. Pero decía te confieso que cuando te vi en Villahermosa por tercera ocasión, en el 2016, te vi cansado, fastidiado, como un burócrata de la canción. Pero yo no sabía que estabas enfermo y cansado, o más bien desilusionado. 

TE HABÍAS QUEDADO  en Cuba y lo habías dicho en una proclama de canción muy clara y edificante: "Yo me quedo, por tantas tantas cosas, tan lindas, tan hermosas, por eso yo me quedo", cuando muchos se fueron, y cuando muchos más se querían ir, como muchos hoy viven soñando en cruzar el mar e irse a Miami. Pero tú hiciste tu parte, grande y generoso como siempre fuiste. Y por enfermedad te tuviste que ir a Madrid, aquejado de algo llamado cáncer en la sangre, que te bajaba tus defensas. Y así te fuiste apagando poco a poco. Hasta que anoche te pusiste tus alas y sonrisa, y partiste en sosegada paz a navegar otros cielos.

MUCHO QUÉ DECIRTE. Solo que el espacio tiene su límite, como la vida misma. Por eso la palabra "gracias" lo diría todo. O la expresión, Pablo: "te estoy muy agradecido". Te estamos muy agradecidos, diría la voz de la tribu de soñadores de hace años y de siempre, que seguimos usando mezclilla y escuchando tus canciones que siempre, hasta el último suspiro, nos harán vibrar en nuestro interior y erizar la piel por la vida misma. Permite que escriba de tus versos: "el tiempo, el implacable, el que (nos) pasó. Siempre una huella nos dejó. Tú eres tiempo y nos dejaste la  huella en nuestros corazones. 

Te abrazo, Pablo.

PD. ME LEVANTÉ a las 5 am hoy  para escribirte. Y acabo de escuchar "Si me comprendieras", de José Antonio Méndez, y sigue "Tú mi delirio", de César Portillo de La luz. Ambas canciones hiciste tuyas con tu voz. Y fueron bandera y proclama de nuestro corazón, vibrante y estacionado en el amor. De nuevo, Gracias, Pablo, siempre. Villahermosa, Tabasco, (22 de noviembre de 2022)