¿Y de ahí?
06/05/2025
Los hijos y la educación; elegir entre trabajar o ser mamás
Los jóvenes ya no quieren tener hijos, se lamentan los señores en edad de ser abuelos. La secretaria de Educación, Patricia Iparrea, se hizo famosa a nivel nacional con sus declaraciones en las que pidió a los jóvenes que "se animen a tener sus hijos". Porque todos queremos que haya natalidad, porque la sociedad necesita a los niños. La tendencia es mundial, pero ni los señores que quieren ser abuelos ni la secretaria se han tomado la molestia de entender por qué ocurre esto. Les parece tan absurda una tendencia claramente antinatural.
Acaba de pasar el día del trabajo y se aproxima el día de la madre. La respuesta que no encuentran (acaso, porque no la han buscado), atraviesa la coyuntura vital de las mujeres trabajadoras. ¿Por qué ya no quieren tener hijos los jóvenes? ¡Son tan egoístas!, acusan, sin saber que lo más triste es que la mayoría sí quiere tener hijos, incluso desearían tener muchos. Pero no les alcanza.
En México, tres de cada diez hogares están encabezados por una mujer, una madre soltera. Con esas condiciones es lógico que, ya que existen los medios disponibles, esas mujeres harán lo posible para no tener más hijos, porque apenas pueden con los que tienen. Pero a las parejas estables no les va mucho mejor. En general, la tasa de natalidad en nuestro país bajó 22 puntos en la última década. Tendencia que sólo se mantiene a la baja.
Que cada año se inscriben menos niños a las escuelas no es nuevo, se observa desde hace años. Irónicamente, es el resultado de la educación misma. Influye el conocimiento de los métodos anticonceptivos tanto como el acceso a ellos. Si las mujeres han de tener educación, si han de tener la capacidad de decidir sobre su maternidad, si han de desenvolverse en una sociedad que les exige trabajar igual que los hombres, es lógico e incluso deseable que la natalidad se reduzca. Así, las mujeres trabajadoras pueden elegir ser madres. Y las mujeres madres pueden ser trabajadoras.
Esa autonomía, que ha estado en el núcleo tanto de la lucha obrera como de la lucha feminista, ha permitido elevar el nivel de vida, disminuir la mortalidad infantil, tener menos niños, sí, pero con mejor alimentación, salud y educación. Aunque sin una madre que los cuide 24 horas, en la mayoría de los casos, porque ahora ella también tiene que trabajar para el sustento familiar.
La solución para que los jóvenes "se animen" a tener hijos es que haya mejores condiciones para tenerlos. Es decir, que una mujer no tenga que elegir entre trabajar y cuidar a sus hijos, que tenga guarderías, que se incentive más allá de la licencia de maternidad. En Finlandia se pagaba en la ciudad de Lestijärvi un bono de 10 mil euros por tener hijos. Condiciones que faciliten y hagan atractiva la reproducción tienen que ofrecerse en un contexto en el que, sin mayor intervención, lo que ocurre es que las familias con hijos, especialmente las mujeres, son sancionadas económica y socialmente.
Quizá no sea necesario un bono de 10 mil euros de natalidad, sino tan solo que sea cierto lo que manda el artículo 123 de la constitución política federal, cuando dice que "los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas actividades económicas." Es decir, necesitamos que los 8 mil 364 pesos de salario mínimo general vigente para Tabasco sea suficiente para que un jefe de familia pueda proveer vivienda, vestido, alimentación, atención médica, gastos de transporte, educación y recreación, ya no para una sola persona, sino, al menos, para tres.
Es la brecha entre la realidad material de que esto no es así la misma que separa a las mujeres trabajadoras del deseo, muy sentido para muchas, de ser madres. Especialmente en un país donde se las culpa a ellas de elegir mal cuando el padre de sus hijos decide ser mal padre, y no les paga la pensión, no convive ni cuida a sus hijos, por no mencionar el tradicional machismo que hace pensar a muchos hombres jóvenes que casarse es sinónimo de tener servidumbre sin pagarle para que le haga de comer, lave, planche y, cómo no, se encargue enteramente de la educación de los hijos. Cuando el salario mínimo alcance para lo que debe alcanzar, seguramente, no se darán abasto las escuelas. Ni tendrán las mujeres que elegir entre trabajar o ser mamás.
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