Agenda Ciudadana
24/10/2025
El Relanzamiento del PAN
Tras el relanzamiento del PAN el optimismo ha reaparecido en algunos sectores opositores al régimen morenista. El hecho ha sido interpretado como un serio intento por consolidar una fuerza política que sea capaz de competir con Morena en las próximas elecciones presidenciales y frenar su usufructo abusivo del poder. Las críticas, por supuesto, no han faltado y no son escasas. Interesantemente, éstas no sólo han provenido desde el oficialismo, sino también desde sectores no afines a la llamada cuarta transformación, muchos de los cuales han celebrado las decisiones de realizar elecciones primarias para decidir las candidaturas y permitir el ascenso de aspirantes ciudadanos, pero han cuestionado otros gestos, en cambio. El reciclaje, por ejemplo de los liderazgos en la cúpula del partido. Pan con lo mismo, parecen rezar las posiciones a las que este intento por reposicionar al partido no terminan por convencer.
Jorge Romero, presidente del partido desde noviembre del año pasado, quiso impactar a su audiencia y a los anti morenistas del país no solamente con sus propuestas, sino, sobre todo, con su actuación. Anunció el fin de las alianzas y proclamó que los intereses de Acción Nacional ahora se enfocan en la patria, la familia y la libertad con arengas, más que definiciones, y recurriendo al histrionismo, que no al discurso persuasivo. No podía ser de otra forma. La política, de unos años para acá, se ha consolidado como un escenario en el que los gritos, la verborrea y las actuaciones han suplantado a los diálogos, los acuerdos y las políticas públicas. El PAN ha tomado nota: para competir no hay otro recurso que consolidar la polarización y mantener la política en el nivel de la emocionalidad que crea comunidad basada en prejuicios y descalificaciones. Adicionalmente, la elección de los tres pilares no deja lugar a dudas: la fortaleza adquirida por Morena ha consolidado a los grupos radicales de la derecha. El lema tiene raíces profundamente antiliberales en el catolicismo político del siglo XIX. No por algo, fascistas, falangistas y nacionalistas católicos los enarbolaron el siglo pasado para promover y defender regímenes jerárquicos y autoritarios.
Conceptos tan vagos —y por ello mismo, extremadamente peligrosos— como patria, familia y libertad pretenden forjar identidades alrededor de valores imaginarios que apelan a unidades orgánicas, nexos familiares y rechazan limitaciones injustamente impuestas. Franco gobernó España basado en los valores de esa unidad nacional férrea, jerárquica, excluyente, diseñada y definida desde el poder. Romero, con sus proclamas, ubica a Acción Nacional en línea con el populismo conservador que gobierna España, Italia, Argentina y también Estados Unidos. Es muy posible que el presidente panista piense que, para fortalecer al partido, sea conveniente abrir la puerta a la incipiente fuerza de la ultraderecha, cuyas personalidades más visibles son Eduardo Verástegui, Ricardo Salinas Pliego y Lily Téllez. Y tal vez esté abriendo el camino para una eventual candidatura de alguno de ellos.
Se antoja difícil que el PAN relanzado sea capaz de captar el interés y las preferencias de un porcentaje importante de la población para convertirse en una fuerza capaz de arrebatar el poder a Morena. Las elecciones del 27 están próximas y, aunque los indicadores económicos encienden alarmas rojas en el país y el control del poder ha desatado la soberbia y la ceguera de las fuerzas dentro del partido oficial, es previsible que el control a través de programas sociales continuará siendo suficiente para, tal vez, repetir el control calificado de las cámaras y la mayoría de las gubernaturas y municipalidades en disputa. Asimismo, aun cuando la retórica oficial descalificatoria tiene a desgastarse —por vacía y repetitiva— mantiene, no obstante, la capacidad para reproducir la identidad acerca de la idea de "país transformado y nuevo" que el discurso oficial ha creado y que contribuye a que grupos importantes reduzcan su disonancia cognitiva. La radicalización de Acción Nacional y las posibilidades de que aspirantes radicales adquieran fuerza terminarían, por otra parte, por fortalecer al partido oficial. Buena parte de sus opositores no encontrarían en estas figuras los perfiles ideológicos y culturales por los cuales estarían dispuestos votar.
2030 está muy lejano y las condiciones bajo las cuales la presidencia será competida nuevamente son inciertas hoy; dependerán de los resultados de la elección intermedia y de cómo Morena emerja de ella. Si consigue nuevamente un triunfo avasallador podría ocuparse de minimizar las posibilidades de perder el poder. Recordemos, además, que la reforma electoral aún no se concreta.
Una cosa es cierta y segura: la radicalización del PAN ha contribuido a enraizar la polarización política y el debate ausente no solamente de una racionalidad respetuosa, sino de conceptos claros y visión sustentada de futuro. Si la verdad, la diversidad y la posibilidad de convivir en diferencia estaban amenazadas, la propuesta panista ha terminada por liquidarlas.
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