OPINIÓN

Agenda Ciudadana
07/11/2025

El Acoso a la Presidenta

El video se volvió viral a los pocos minutos de la agresión. La respuesta polarizada, también. Condenas, por un lado; acusaciones de "montaje", por otro. Mi primera reacción fue de sorpresa y susto. En momentos críticos —el asesinato de Carlos Manzo está muy presente en todas las conversaciones y ha elevado el nivel de indignación a lo largo de todo el país—, un fulano cualquiera se aproxima a la presidenta, sin que nadie lo detenga, y abusa de ella; podría haberle disparado como a Manzo, pensé. La conversación virtual, inmediata, brutal, descarnada me condujo a repensar el asunto. Condené la tremenda polarización que ya tenemos adherida a nuestros sentimientos y, peor aún, a nuestros pensamientos. No fueron pocas las mujeres que se ocuparon más de descalificar el hecho, por ser una supuesta maniobra distractora, que de condenar el acercamiento y los tocamientos que sufrió la presidenta. Condené, en mis redes, el acto. Si la presidenta, quien, a pesar de contar con cuerpos de seguridad que la protegen, es víctima de una humillación tan grotesca como la que se observa en el video, los millones de mexicanas que no tienen ni pueden tener defensores a su alrededor ¿a qué están expuestas a cada momento, en todo lugar, todo el año?

La hipótesis del montaje se sostiene sobre evidencias que ofrecen tanto el comportamiento del agresor, como de los cuerpos de seguridad de la presidenta y de ella misma. No obstante, tiendo a creer que no hay tal premeditación, lo cual eleva mi preocupación. Me pregunto cómo es posible que, a unos días de la ejecución del presidente municipal de Uruapan, el equipo de protección de la presidenta sea tan descuidado y quede exhibido. En calidad de presidenta, Claudia Sheinbaum es la responsable de la política de seguridad, política que solamente en el discurso se mantiene cercana a la del ex presidente López Obrador, porque en los hechos da continuidad a la echada a andar por el vilipendiado Felipe Calderón; no olvidemos que García Harfuch fue miembro del equipo de García Luna y cercano a él. Tal relajamiento de la seguridad de la presidenta podría estimular a las bandas del crimen organizado a atacarla. El video demuestra que es tan fácil acercarse a ella como lo fue aproximarse al hoy ultimado político michoacano.

Adicionalmente, me preocupa que la presidenta, quien al asumir el poder declaró que no llegaba sola sino con todas las mujeres mexicanas, minimizara el reprobable ataque y dijera que no pasaba nada. Sólo posteriormente declaró que presentaría una denuncia en contra de su atacante. Ella solamente sufrió tocamientos; miles de mujeres a diario son víctimas de acometidas más graves, que culminan en violaciones —a veces multitudinarias— y en asesinatos. Debió responder enérgicamente; debió solicitar el sometimiento del hombre que se atrevió a ofenderla y dirigirse, allí mismo, a las mujeres mexicanas para reprobar la detestable práctica que se deriva de la profunda cultura patriarcal que norma nuestras relaciones sociales. Lo hizo hasta el miércoles, en su conferencia matutina, en la que se ocupó de la vulnerabilidad de las mujeres y en la que señaló que pedirá que se revise la legislación para que el abuso quede sancionado como delito penal. Ayer el tema recibió continuidad y se mostraron datos que muestran la gravedad del fenómeno.

Otra razón por la que me resisto a aceptar la hipótesis del montaje: no creo que la presidenta accediera a ser humillada como fue. Aun cuando se tratara de una escena preparada, ella habría sabido que su cuerpo sería violado, mancillado. Me resisto a creer que una mujer, especialmente siendo presidenta de un país, permita que su cuerpo sea ultrajado con el fin de permitir un cambio en la conversación pública.

 Alguien comentó, es política y en ella —como en la guerra y el amor— se vale todo. Ciertamente, sobre todo en estos tiempos en los que priva una odiosa polarización. No sería la primera vez que se empleara la prestidigitación como arma política. Concedo, sin admitir, la posibilidad de que el equipo de la presidenta haya concebido la maniobra, con el fin de restar importancia a la reprobación nacional de que ha sido objeto —causando harto ruido— el atentado mortal a Carlos Manzo. Si el ataque fue montado, aumentan mis preocupaciones.

¿Cómo es posible, cabe preguntarse, que el equipo que tiene a cargo la comunicación política y la imagen de la presidenta haya ideado un vulgar ataque contra ella a manera de distracción? No sé cuántas personas integren ese grupo, mucho menos cuántas de ellas sean mujeres. Pero, ¿no hay conciencia en ellos de que las embestidas sexuales son uno de los más terribles agravios que las mujeres mexicanas padecen? ¿No se les ocurrió pensar que construir una imagen de la presidenta violentada podría tener consecuencias desastrosas para las mujeres? Muchas habrán pensado —y seguirán pensando— "si a ella que es presidenta, cualquier mozalbete se le puede aproximar y tocar ¿qué puedo esperar yo, que sólo cuento con mis manos para defenderme?". Por otro lado, ¿a quién se le ocurre planear una distracción sobre violencia recurriendo a otro tipo de violencia, tan terrible como la que se quiere hacer olvidar?  Me cuesta trabajo creer que un equipo así tenga altas calificaciones profesionales. Y todavía más ¿por qué aceptaría la presidenta que la sometieran a tal humillación pública? ¿Qué argumentos le habrían esgrimido sus asesores para conducirla a tal vejación? ¿No pensaron, además, que el video daría la vuelta al mundo? ¿Optaron por victimizar de esa manera a la presidenta sin pensar en que su imagen internacional —y la de México, ya de por sí afectada, aún más?  ¿No se les ocurrió pensar que dañarían el liderazgo de la presidenta a nivel mundial? ¿Cómo podrá una presidenta que aseguró que llegó al poder con todas las mujeres —habrá de convertirse en pregunta obligada en todos los rincones del planeta— garantizarles su seguridad, si ella misma fue víctima de la violencia de género, sin que su propio equipo de seguridad pudiera evitarlo? Si no fuera suficiente ¿no se les ocurrió pensar que la reacción presidencial al ataque podría ser tomada por sus opositores para criticar su interés en la violencia, minimizándolo, porque habría actuado hasta que a ella le tocó sufrirla?

Sigo creyendo, quiero seguir creyendo, que el ataque fue todo, menos un montaje.





DEJA UN COMENTARIO