Escala Crítica
15/05/2025
Trump, estilo de gobierno y guerras culturales: cambio de paradigma político, simpleza mediática
* Poder para afirmar poder: multiplicación de conflictos y cabildeo/Trump.
* Guerras culturales: Europa, universidades y colaboración comercial.
* Popularidad volátil: ¿voto inestable, o no importa desplome mediático?
Buena parte de la historia de México ha transcurrido en torno a las ambiciones expansionistas de Estados Unidos. Ocurrió por las armas, ocurre por otro tipo de invasiones que condicionan la conducta. De manera abierta, como antes ocurrió soterradamente, la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta un permanente amago de Donald Trump y su equipo. El norte existe, el sur resiste, diría el recientemente fallecido José Alberto Mújica Cordano, expresidente uruguayo mejor conocido como Pepe Mujica.
Luego de 100 días de gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos, es pertinente descifrar su estilo político y las guerras culturales que eligió detonar, porque ahí se encuentra -para bien y para mal- el presente y el futuro geopolítico. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo lo ha enfrentado con éxito y resulta una excepción en la esfera política mundial que padece el huracán Trump y los drásticos cambios que realiza.
BESAR LA MANO
TRUMP LLEGÓ al poder para recuperar/reafirmar el poder de Estados Unidos a nivel mundial y su propio poder personal. Es la estrategia que se detecta tras los primeros días de su segundo mandato en la Casa Blanca. Se observan cambios drásticos con acciones frenéticas para afianzar su poder y el de Estados Unidos. Ningún mandatario del vecino país había tenido tantas conversaciones ("146, virtuales y en persona, se contabilizaron al 30 de abril de 2025", apunta el diario New York Times) con gobernantes, líderes mundiales, funcionarios ONU/FMI/UNESCO y grandes empresarios.
Más allá de las anécdotas sobre acuerdos/desacuerdos de Trump con sus interlocutores, sobresale la estrategia de imponer presencia: reciclar el centro del poder mundial. Que todos vayan al Capitolio en Washington, y a la residencia Mar-A-Lago en Florida, peregrinación política para rendir pleitesía a Trump. Besamanos mundial, imponer presencia significa para Trump retomar el poder perdido. Por ello, la agenda de problemas abordados rebasa con mucho la racionalidad política que implica la búsqueda de soluciones. Trump, por ejemplo, decidió que "Estados Unidos ya no será mediador entre Rusia y Ucrania". Primero impone su rol de mediador y después -también de forma arbitraria- emprende la retirada sin responsabilidad alguna. De este modo, Europa tendrá que lidiar con el desenlace de la guerra Ucrania-Rusia.
Trump, en su versión recargada, se intoxica de poder y disfruta la perplejidad de sus interlocutores. Solamente China le aguanta el trote arancelario y México le marca cierta distancia soberana. Reiteración: afirmar el poder por el poder mismo, es la estrategia visible de Trump en su primer tramo de gobierno. A partir de generar -con amenazas y presencia mediática- un polo de poder geopolítico (que se había perdido), la toma de decisiones podría retornar a Washington, pero no es seguro: "el mundo es mucho más diverso y complicado que en los inicios del siglo XX, cuando Estados Unidos surgió como potencia emergente que luego reclamó el diseño de un nuevo orden mundial" (Lorenzo Meyer).
SIMPLE NO RIMA CON COMPLEJO
LAS GUERRAS culturales de Trump, con trasfondo simbólico, forman parte de un poder operativo desplegado en hechos concretos: contra la idea de Europa, contra las universidades y contra la colaboración comercial.
A Europa, diría Jean Baudrillard, Trump la considera "un tercer mundo elegante" y le cortó ayuda militar y presupuesto para proyectos ambientales contra el cambio climático; a las universidades de su país, Trump les disminuyó 50% del presupuesto federal y quiso intervenir en sus decisiones internas, incluyendo contenidos a difundir y libertad de cátedra. 220 universidades se agruparon para resistir a Trump, que reviró con la amenaza de retirarles el estatus de "organizaciones civiles libres de pagar impuestos". En eso están, episodio cultural que afectará quizás el funcionamiento universitario mundial.
Ya hemos abordado en otras Escalas la furia arancelaria de Trump y lo que esto significa para la colaboración comercial entre países. En el fondo, podemos resumir: Donald Trump descree de las ideas complejas en la gestión de gobierno. Por eso habla de "La Revolución del Sentido Común". Con esa idea simple, Trump y su equipo impulsan un cambio de paradigma en la gestión moderna de gobierno. Tienen argumentos por la realidad geopolítica con nudos marineros, producto de una burocracia ´anónima´ que olvidó la noción de bienestar ciudadano y comunitario. Pero eso no significa que toda gestión tenga que simplificarse o resolverse con mero sentido común. El sentido común ayuda, ciertamente, a definir el marco de acción para enfrentar un problema. No complicarlo de más. Pero, una vez aplicado el sentido común, hay que pasar a la escala técnica y operativa del problema, que requiere mayor complejidad.
El pensamiento complejo tiene desventajas en el corto plazo. En el mediano y largo plazo, el pensamiento complejo no debe desecharse, pues la demografía y la riqueza natural menguante obligan a cálculos socioeconómicos de mayor alcance que el corto plazo.
URNAS MEDIÁTICAS
TRUMP SE DESPLOMÓ en las encuestas: popularidad abajo del 50%; este factor de percepción mediática puede preocuparle. Se verá cuando llegue otra vez el momento de las urnas. ¿Se moderará Trump, en la búsqueda de recuperar popularidad en encuestas? También podría radicalizarse, pues le funcionó para su retorno a la Casa Blanca. Jeroglífico del poder irracional, Trump de todos modos mirará las urnas.
(vmsamano@hotmail.com)
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