Escala Crítica
14/08/2025
Ética de gobierno y república: de revisiones y escritorios vacíos, festejos y rencores opositores
*Una mala política cuando no importa el destino de la mayoría
*Los partidos que sólo ven sus intereses se dañan a sí mismos
*No puede haber democracia sin ciudadanos, obviedad ignorada
SACAR VENTAJAS políticas sin pensar en la república es deporte nacional. Con ello, se percibe que los festejadores del delito posible no tienen idea de la erosión ética que provocan sobre la clase política misma. Erosión de la que toma nota la ciudadanía y que afecta a la sociedad.
Me comenta Carlos Flores Revueltas, periodista y voz invitada en estas páginas: "En coyunturas extremas, por casos políticos de alto nivel, hay rasgos lamentables en la reacción opositora: no les duele lo terrible que pasa en el país, les duele no medrar con el país; no están interesados en la ética de la vida pública, sino en la igualación ética a la baja por corrupción generalizada; no les interesa la veracidad para fortalecer la democracia, les interesa el escándalo para ver si levantan en bonos electorales".
Vale decir que pareciera también que los opositores a un proyecto de cambio están incrustados en la coalición gobernante, como nos han mostrado los escándalos recientes. Hay sabotaje interno.
Lo bueno de la hemeroteca es que puede revisarse. En la revista Letras Libres, julio de 2000, como propuestas de un grupo de intelectuales encabezado por Enrique Krauze, se lee en el apartado de justicia: "Revisar el procedimiento para nombrar jueces y autoridades judiciales y aumentar su nivel de ingresos". Bueno, está visto que los ingresos aumentaron y que el procedimiento se revisó -vía reforma judicial-, aunque 25 años después eso no guste a Krauze, que ve la república destruida. También se revisarán los ingresos de funcionarios judiciales. Ojalá eso le cuadre.
A veces, la hemeroteca acierta en sus réplicas.
HISTORIA DE ESCRITORIOS VACÍOS
EN ESE MISMO número de Letras Libres, un texto de Sergio González Rodríguez muestra la falla histórica del ejercicio burocrático nacional: extravío de documentación a la hora de los cambios de gobierno. La base del texto "El escritorio y la caja negra" es la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, en su artículo 47, fracción IV: cada funcionario está obligado a "custodiar y cuidar la información que, por su razón de empleo, cargo o comisión, conserve bajo su cuidado o a la cual tenga acceso". Además, el funcionario debe evitar "el uso, la sustracción, destrucción, ocultamiento o inutilización indebidas de aquélla [documentación]". Puede el lector imaginar cualquier entrega-recepción de gobierno en el siglo XX mexicano y brincará de alegría. Eso por lo que toca al pasado. En el presente, ¿cómo se van a encontrar los escritorios del Poder Judicial en septiembre, cuando entren en funciones los nuevos ministros, magistrados y jueces electos por voto popular? El misterio continúa. Mientras tanto, escándalos políticos coyunturales llenan los espacios mediáticos.
Ética de verano: ética de vacaciones.
DEMOCRACIA Y CIUDADANÍA
POR LA ACTUALIDAD política accidentada, hay que distanciarse y proponer el debate democrático plural. No como neutralidad incolora, sino como elemento analítico y crítico. La transformación de un país es obra del esfuerzo colectivo con reflexiones retrospectivas (pasado aleccionador) y prospectivas (futuro posible). En tiempos de alta tensión política, es preciso alzar la mirada y ver más allá de camisetas partidistas. Pensar la democracia en México con historia, situando efectos internos y externos.
Toda forma de gobierno es imperfecta, aunque hay grados de imperfección. "Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república federal, democrática, representativa y participativa", expresa el texto constitucional vigente (artículo 40) para definir la forma de gobierno. ¿Es así? Con altibajos y pendientes de funcionamiento, se diría que sí, aunque adversarios de la 4T postulan tajantes que no.
La negación sin matices obstaculiza el debate. También ocurre con la cerrazón.
En la historia de México, los comportamientos democráticos como rasgos culturales no acompañan al gobierno ni a la ciudadanía vista como mayoría. México vivió un siglo XX de partido hegemónico, sin cultura democrática. Esa cultura fue patrimonialista, vertical, de adhesión presidencial sin cortapisas y de subordinación premiable. Fila pragmática y redituable, si se seguían las reglas.
Muchos de los obstáculos de hoy, para una democracia representativa y participativa, provienen de una burocracia patrimonialista y vertical, que no pudo reemplazarse en el sexenio de AMLO y sigue enquistada con Sheinbaum. Falta la revolución burocrática de las conciencias.
La cultura democrática puede debilitarse. Se vivió en la transición fallida 1988-2000. El comportamiento democrático requiere aprendizaje social como vivencia. Se vivió 2018 como fiesta democrática sin conflicto legal. ¿Se vivirá de la misma manera la llegada del nuevo poder judicial en septiembre? No es probable, dada la polarización social que se expresa como polarización narrativa. Hay democracia formal con profunda insatisfacción entre contendientes, porque no se aterrizan vivencias de democracia participativa. Entra aquí, además, la mirada exterior al México de hoy: qué significa el cambio de régimen hacia afuera. En Estados Unidos, después de mucho tiempo, por varias razones importa lo que defiende el gobierno mexicano. Ese fruto democrático pesa y la oposición lo sabe: tiene que cabildear y quejarse allá. ¿Y la soberanía?
Mientras tanto, la ciudadanía tiene la palabra: ejercer la cultura democrática para frenar el deterioro partidista y cambiar dinámicas, entre ellas la confrontación sin matices. Obvio: la democracia necesita al ciudadano.
(vmsamano@hotmail.com)

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