Poder Político
30/06/2025
Primero yo...
En más de un siglo los Estados Unidos, desde la Segunda Guerra Mundial, ha mostrado con claridad que como nación predominante em la geopolítica no tiene amigos sino interés, así ha sido siempre; contrario a la retórica de su presidente Donald Trump y la de sus dos más recientes embajadores en México, el anterior Ken Salazar y el actual Ronald Johnson en particular con la relación binacional. La Unión Americana en la dicotomía es pacificador y a la vez bélico, según las circunstancias.
La influencia estadounidense ancestralmente está marcada por acciones que revelan dos facetas contrastantes; la del pacificador, mediador en conflictos internacionales y proveedor de ayuda humanitaria; en el otro lado de la moneda, una nación beligerante, involucrada en guerras y operaciones militares en diversas partes del mundo.
Una controvertida dualidad escalada a los debates profundos sobre su impacto en la estabilidad global, así como sobre los intereses que guían sus acciones, el «fondo de la forma» donde nada acontece por casualidad, aún menos cuando se trata del país de innegable supremacía.
La guerra de los aranceles que involucró a sus aliados como a Canadá y México, ambos socios comerciales en el TMEC, así como a Inglaterra. Una extorsionadora acción por «disparate» de aplicar impuestos exorbitantes, en donde China fue el más castigo para luego reducirle al 53 y 10 por ciento entre ambos países rivales de alto calibre en la disputa por controlar la geoeconomía, mientras la red digital TikTok continúa en el limbo, negada a vender su base so pretexto de espionaje comunista, aparejado con una marginada actividad hacia la tecnológica Huawei.
Basta hacer una apreciación del rol que el vecino país ha jugado de me4diador para el caso de que Rusia y Ucrania concilien la paz luego de una inmericorde destrucción ordenada por Vladimir Putin desde el Kremlin que data de febrero de 2022 a la actualidad por una eventual anexión de los de Kiev a la Organización del Tratado Atlántico Norte, sumado a la disputa territorial en la que de inicio le fue arrebatada la isla de Crimea, en 2014.
Por lo contrario, ha sido permisivo patrocinador de los conflictos de Israel con la franja de Gaza, habitada por palestinos y gobernada por el grupo Hamas, igual destruida y con un bloqueo para impedir la ayuda humanitaria; además de sostener conflicto con Egipto, Siria, Jordania, Irak, Líbano y en este momento con Irán, con invasión armamentista que incluso se hizo de infiltrado para asesinar en simultáneo mediante drones a todo el gabinete de seguridad anterior y a algunos de quienes inmediatamente ocuparon esos roles, todo por evitar que el régimen de los Ayatola aumenten su reserva de uranio para fabricar bombas atómicas.
Donald Trump ordenó el operativo para destruir los laboratorios con su armamento más sofisticado, que incluyó los anti-bunker, que calificó de exitoso; sin embargo, medios periodísticos como la cadena CNN y New York Times le refutaron lo contrario con sus reportajes. Israel no actúa solo, sino que detrás de sus escaladas expansionistas tiene la injerencia de la Unión Americana que mira siempre por sus intereses.
Cómo explicar que los Estados Unidos de origen tuvo como aliado a Irak de Sadam Husein, una ecuación que se invirtió a Kuwait, por la ambición del petróleo; con George W. Bush, el hijo, con el pretexto de las bombas bacteriológicas nunca encontradas; en su demolición no cesó la invasión hasta dar con dictador oculto bajo tierra, para luego llevarlo a la horca.
Misma situación con Osama Bin Laden, a quien adiestró militarmente para servirle en sus operativos, pero luego este ya a la cabecera de Al Qaeda sembró el terror al ordenar la demolición de las Torres Gemelas, el edificio matriz del World Trade Center en Nueva York, al hacer estrellar dos aviones comerciales tomados por asalto, el 11 de septiembre de 20001, que se llevó entre las patas el acuerdo migratorio con México, a nada de firmarse; en palabras del entonces canciller Jorge G. Castañeda, «la enchuiklada completa», por sus implicaciones de beneficio para connacionales, sobre todo residentes indocumentados.
No se puede pasar por alto la invasión de los Estados Unidos de América a los Estados Unidos Mexicanos, este con un presidente incompetente como Antonio López de Santa Anna, que desembocó en el Tratado de Guadalupe Hidalgo y la pérdida de gran parte del territorio, yendo en el paquete California, actualmente convulso por redadas como pretexto para invadirle, a la entidad, que per se representa la quinta economía más grande del mundo... Así, los «amigos» y «hermanos», según el embajador Ronald Jonhson.
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