Tufo golpista
11/12/2025
Los discursos que se dieron en la ceremonia de entrega del cada vez desprestigiado premio Nobel de la Paz
Los discursos que se dieron en la ceremonia de entrega del cada vez desprestigiado premio Nobel de la Paz el pasado miércoles 10 de noviembre, por parte de los representantes del comité otorgante y de la galardonada este 2025, tuvieron un fuerte olor a golpismo, intervencionismo y sionismo, más otros "ismos" que se le pueden sumar como anticomunismo, antichavismo y, adecuándolo para México, antiobradorismo, lo que encendió los ánimos de la ultraderecha venezolana, latinoamericana y, en especial, de la mexicana. Pero lo que no sabe esta ultraderecha es que, en el supuesto de un intervencionismo golpista en el país, la situación de casi todos los connacionales estaría en peligro, incluyendo la de ellos mismos.
Durante la segunda mitad del siglo pasado, mientras en México se vivió lo que Mario Vargas Llosa definió como "dictadura perfecta", concepto que Enrique Krauze quiso debilitar al redefinirlo como "dictablanda", en muchos otros países latinoamericanos la situación no era nada blandita. No olvidemos que los años setenta del siglo pasado fue la época del florecimiento de las dictaduras militares llegadas a través de algo que, de manera lamentable, parecía que se pusieron de moda: los golpes militares de Estado.
Aunque en Nicaragua de 1934 a 1978, gobernó la familia Somoza, y en Paraguay de 1954 a 1989 Alfredo Stroessner estuvo al frente de una junta militar, se puede decir que los golpes militares a los Estados de América Latina, empezaron en 1964 en Brasil con el golpe encabezado por Castelo Branco en contra del gobierno democrático de Joao Goulart, utilizando un argumento que sigue vigente en América Latina: "Salvar a la patria del comunismo".
En Brasil, entonces, empezó esa transición del simple militarismo a la práctica del golpe de Estado por parte de los militares más retrógrados y pro imperialistas. Y a este proceso de transición del militarismo a los golpes de Estado por parte de los militares, Felipe Victoriano Serrano en su estudio "Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico político", lo describe muy bien: "En este contexto específico de militarización, el golpe al Estado representa el último acto contra el Estado latinoamericano. Digamos que el Estado no sólo es tomado por fuerzas político-militares hasta entonces reincidentes en el ejercicio autoritario del poder, sino que, además, dichas fuerzas tienen por objeto destruirlo (el caso chileno es literal) al punto de diluir el contenido de las relaciones políticas entre Estado y sociedad civil. No se trata, esta vez, de que los golpes sean expresión de la precariedad estructural de las instituciones políticas latinoamericanas, es decir, de su incapacidad de encauzar y absorber el conflicto político al interior de un marco de estabilidad. Por el contrario, se trata de un fenómeno que rompe la estructura misma a través de la cual el campo político y el Estado regulaban el conflicto social, administrando el desarrollo económico en torno a proyectos políticos nacionales".
Y esta forma de acceder, tener, controlar y ejercer el poder dentro de un Estado-Nación, además de la represión física y legal en contra de la población, trajo como consecuencia la imposición a sangre y fuego de una política económica que prefiguraba la posterior instauración del neoliberalismo, y todo lo que con él llega: privatización, desregulación, descentralización y liberalización del mercado, por nombrar unos pocos conceptos que lo caracterizan.
Y este ejercicio autoritario, violento, ilegal y nada ético, se instaló por la fuerza de las fuerzas armadas en varios palacios de gobierno de América Latina. En Uruguay de 1973 a 1984 con un autogolpe de Estado se impuso Juan María Bordaberry. En Chile de 1973 a 1990 gobernó Pinochet. En Argentina empezó en 1976 y terminó en 1983 con Videla al frente de la junta militar. En Perú en 1975, el llamado "Tacnazo" encabezado por el general Francisco Morales Bermúdez quitó a Juan Velasco Alvarado del gobierno. Y Bolivia también cayó en esta aberración en 1971 con Hugo Banzer como el militar más vil y visible.
Y perdónenme que haya mencionado algunos de los nombres de tan nefastos personajes militares investidos en sanguinarios dictadores. En verdad me hubiese gustado decir algo similar a lo que Cervantes dijo al inicio del Quijote: esos dictadores, de cuyos nombres no me quiero acordar, pero bueno, lamentablemente se colaron a la Historia. A la Historia nefasta y negra de cada Nación latinoamericana. Y estos militares que llegaron al poder a través de golpes de Estado, no lo olvidemos, persiguieron, reprimieron, asesinaron o lanzaron al exilio a gran parte de la población de sus países.
Pero ahora, medio siglo después, la ultraderecha mexicana pide a gritos que en nuestro país, pongamos el concepto de Krauze, se imponga la "dictablanda", por aquello de los "golpes blandos de Estado" que están muy de moda en algunos países latinoamericanos, y que lo haga con la ayuda de los gringos, no faltaba más.
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