OPINIÓN

Una verdadera revolución
30/08/2025

La reforma judicial

"La ley es propiedad de una insignificante clase de nobles y letrados que se adjudica la soberanía a través de sus propios artificios. Esta justicia es simplemente un medio para manteneros en orden, y de esta manera poder desollaros más cómodamente; juzga según unas leyes que vosotros ignoráis, según unos principios que vosotros no conocéis y adoptan unas decisiones que vosotros no lográis comprender".

Georg Büchner cit pos Henrich Böll

Con todos los tropiezos, dificultades e imperfecciones, tenemos que ver a la reforma judicial como la cereza del pastel de la Cuarta Transformación, que, además, y hay que recalcarlo, con la composición de los resultados de la votación que ha quedado en todo tipo de tribunales, expresa una variedad de orígenes, posiciones políticas y prácticas que nos permiten hablar de una representación democrática plural totalmente diferente al anterior poder jurídico nombrado por el poder ejecutivo (recordar el golpe de Estado de hecho de Ernesto Zedillo), que sólo representaban a un solo partido, y más aún, a una sola élite y clase político económica. La que Büchner denunciaba en el párrafo citado.

         Hay que recordar cómo la anterior Suprema Corte fue un auténtico freno de mano para las reformas cardinales que intentó el ejecutivo anterior: la reforma energética, la electoral, etc. Se constituyó abiertamente (lo que ya era a la callada) en el refugio y última defensa de los intereses privilegiados durante el proceso de transferencia del patrimonio público a los privados ordenado por la ideología y el régimen neoliberal que concentró aún más la riqueza e incrementó la desigualdad en el país. Pero además claramente, estaba articulada y sustentada por un sistema de relaciones privilegiadas que establecía un funcionamiento oculto totalmente extralegal que claramente delimitaba una separación entre los pocos privilegiados frente a la ley y el resto de los ciudadanos. El caso de Isabel Miranda y sus abusos es paradigmático. Por eso Pablo González Casanova hablaba como problema de la democracia desde 1960, del país legal y el país real.

         No debemos entonces sorprendernos de la larga lucha paso por paso, momento a momento poniendo todo tipo de pretextos, obstáculos y el recurso a todas las triquiñuelas leguleyas del repertorio de los huizacheros con que los anteriores privilegiados han intentado descarrilar hasta hoy la Reforma, llegando a los golpes de Alito Moreno en el Senado y los exabruptos de Lily Téllez. Y finalmente, pero de manera muy importante, que ahora, frente al anuncio del proceso para realizar la Reforma Electoral, los exdirectores del INE y los intelectuales neoliberales firman una carta donde piden garantías para participar en el proceso, pero al final de la misma dan color, "muestran el cobre", como se dice. Incluyen un último punto que no tiene absolutamente nada que ver con la Reforma Electoral sino que pide que se mantenga el viejo sistema cerrado y viciado de nombramiento del personal del poder judicial al pedir: "que la designación de personas juzgadoras privilegie sus méritos, capacidad técnica, garantice su independencia y que formen parte de una carrera judicial". Mañosamente, en la versión que subieron para firma en Change Org. le quitaron la mención de la carrera judicial.

Y en otro punto fueron explícitos en su intención de evitar la participación popular en favor de un mero acuerdo de instituciones que retrata perfectamente quiénes son ese poder que describe Büchner: "Existen diversos modelos para seleccionar a quienes deben encabezar las instituciones electorales, con la posible participación de actores diversos como los Poderes Judicial y Legislativo, universidades, organizaciones civiles y profesionales, etc. En todos los casos, debe prevalecer la experiencia, el conocimiento, la imparcialidad y la técnica. Deberán ser designados por el Congreso y no por voto popular". La carrera judicial, justamente se había convertido en un sistema que permitía mantener al sistema como un coto privado cerrado, si no, cómo explicarse el altísimo nivel de nepotismo que se dio.

         No se nos debe esconder que ha sido el poder judicial de los diversos países sustentado en estas élites institucionales, familiares, económicas, y tecnocráticas, los que han dado los golpes de Estado contra presidentes electos popularmente en Latinoamérica en este siglo, y que mantienen una guerra judicial contra éstos como hicieron en México desde el desafuero de AMLO.

         La Reforma Judicial mexicana tiene antecedentes, como casi todo en la 4t, en la Reforma del Siglo XIX. Desgraciadamente no se enseña en las escuelas que, tras la derrota de Maximiliano, se inició un proceso de sustitución de jueces en todos los niveles en el país. Y con lo trascendental que es a nivel mundial esta nueva Reforma, sin embargo, sólo estamos a mitad del camino. La otra mitad que falta es desde las escuelas de derecho públicas, al menos, es cambiar la mentalidad de los abogados para que realmente busquen y procuren una verdadera justicia y no el provecho y enriquecimiento, eliminando todos los vicios que constituyen las triquiñuelas legales que tantas vidas han destruido. Debemos además promover una educación legal abierta pública para generar una cultura legal en toda la población, particularmente en los sectores populares. (Profesor e investigador de la UNAM)





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