De togas a togas
07/06/2025
Hugo Aguilar Ortiz desafía la tradición
VERGONZANTES. A partir del momento en que Hugo Aguilar Ortiz, futuro ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, expresó su intención de no usar toga en el ejercicio de sus funciones anunciando que revisará la normatividad interna de ese máximo órgano del Poder Judicial de la Federación en la materia, las voces rancias guardianas de la formalidad y de la tradición se han alzado para descalificarlo y exigirle que respete un decreto presidencial de los años cuarenta del siglo pasado que determina la obligatoriedad de su uso. Es decir, y como le encanta expresar a la derecha, parece ser que su nuevo lema de lucha es: "La toga no se toca", porque según sus creencias esta vestimenta es la que da formalidad, capacidad, autoridad y peso al cargo, características que según ellos se reflejan en el trabajo realizado por las ministras y los ministros; amén de que, aseguran, el color negro de la misma le da prestigio a quien la porta y obliga a no desviarse de los objetivos de la justicia y de la ley.
Pero también Hugo Aguilar Ortiz ha recibido apoyos a su intención recordando ese adagio que dice: "El hábito no hace al monje", ajustándolo al día de hoy: "La toga no hace al juez", y repitiendo esa caracterización que los críticos del papel que los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación jugó en el proceso de elección del nuevo Poder Judicial de la Federación, les han endilgado: "El cártel de la toga".
Y aquí es oportuno recordar un par de actos vergonzosos que en el pasado inmediato realizaron integrantes de la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación portando la toga, lo que echa para abajo lo que los defensores de su uso le han endilgado. El primero es el caso del entonces ministro Luis María Aguilar Morales que en el cajón de su escritorio guardó durante meses el expediente a dictaminar sobre el no pago de impuestos por parte de un empresario, anteponiendo los intereses de un particular violador de la ley por encima de los intereses de la Nación. Y no hay que olvidar que el ministro lo hizo con la toga puesta.
El otro caso es el de la actual ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, quien el 5 de noviembre de 2024 en la sesión del pleno de ese órgano del Poder Judicial de la Federación, y frente a los espectadores del Canal Judicial, propuso violar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, al querer bajar de ocho a seis los votos necesarios para echar abajo la entonces todavía reforma judicial, intención que por fortuna para el poco prestigio que aún tenía la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no se concretó. Y no hay que olvidar que la ministra presidenta lo hizo con la toga puesta.
DIGNAS. Luis Macías Candone cuenta en su libro autobiográfico "Fémina" que don Mario de la Cueva, ex rector de la UNAM y ex director de la Facultad de Derecho de la misma Universidad Nacional Autónoma de México, a principios de 1969 declaró que solo regresaría a la Máxima Casa de Estudios del país "cuando se presente la primera tesis que reivindique a los caídos en el 68", y que para abril de ese año en la Facultad de Derecho se presentó el trabajo de tesis titulado "Sociología y política de la juventud mexicana".
El examen profesional para obtener el título de Licenciado en Derecho, dice Macías Cardone, a solicitud del presidente del jurado, don Mario de la Cueva, fue "cum laude", o sea: con toga y birrete, como un acto de desagravio a lo sufrido por el movimiento estudiantil de 1968, lo que hizo que Miguel González Avelar, Jorge Moreno Collado, Jorge Gabriel García y Ernesto Sánchez Alvarado, miembros del jurado, los portaran.
A don Mario de la Cueva, como presidente del jurado, le correspondió pronunciar las últimas palabras del sínodo, mismas que hoy en día resultan importantes ante los acontecimientos que han protagonizado la mayoría de los actuales integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El jurista dijo:
"Este acto reviste la dignidad de la jurisprudencia no sentada en los anales de la Suprema Corte, sino de la jurisprudencia que dicta el pueblo, cuando roto el control constitucional en el seno del Estado, es el pueblo el único protagonista que puede restituirlo o invocar su derecho a la revolución, fuente inagotable de su legitimidad histórica".
POSTDATA. En "La educación sentimental", Gustav Flaubert escribe que a Frédéric no le agradó Sénecal porque "olía a pedagogo", y a partir de que leí esta línea me he preguntado a qué huelen los pedagogos, los sociólogos, los periodistas, los politólogos, los administradores, los historiadores, los contadores, los filósofos, y demás integrantes de las profesiones de cuello blanco, y siempre me he respondido que de seguro huelen a perfume. Pero hace poco me pregunté a qué olerán los actuales ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y sin dudarlo me respondí: de seguro huelen a naftalina.
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