Votar o botar, he ahí el dilema (II)
21/05/2025
SEGUNDA Y ÚLTIMA
Con la reducción de la edad para arribar a la adultez, además de la posibilidad de ser tratado con leyes más severas, cada joven de 18 años cumplidos adquirió el estatus de "ciudadano", y con él la opción de votar y ser votado, derecho que puso en práctica en la elección de 1970 en donde compitieron por la presidencia Luis Echeverría Álvarez y Efraín González Morfín. El primero había sido secretario de gobernación de 1964 a 1970, época en la que se descafeinó a los "rebeldes sin causa" y se reprimió a los estudiantes, y participó en la contienda presidencial representando al Partido Revolucionario Institucional (PRI), al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), y al Partido Popular Socialista (PPS). Y el segundo lo hizo representando al Partido Acción Nacional (PAN) de la derecha clerical, por lo que tuvo el apoyo de la Unión Nacional Sinarquista (UNS), preclara descendiente de la guerra cristera.
El domingo 5 de julio de 1970 yo tenía 14 años de edad por lo que no me tocó ejercer este nuevo derecho adquirido por los jóvenes de 18 años cumplidos, pero además quienes sí lo hicieron no tuvieron más que dos opciones: la continuidad oficial o un cambio hacia la derecha clerical. Es decir, nadie que representara a los nuevos electores. Pero el domingo 4 de julio de 1976, yo tenía 20 años de edad por lo que ya pude ejercer mi derecho a votar, y lo hice en un proceso en donde de manera oficial sólo hubo un candidato: José López Portillo, un amigo de la infancia de Luis Echeverría, y quien en la práctica gubernamental ejerció a plenitud eso que en este 2025 se quiere erradicar: el nepotismo, y es que recordemos que a su hijo lo hizo subsecretario de Estado y representante ante organismos internacionales, a su hermana la mera mera de los medios públicos de comunicación, a su amante secretaria de Estado, a su primo la máxima autoridad del deporte, y a su esposa le permitió todo tipo de excesos.
Aunque López Portillo fue candidato único, sí hizo campaña electoral de carácter nacional para "convencer" a la ciudadanía a fin de que le otorgara su voto. Pero en ese lejano 1976 también se tuvo otra opción de emitir el voto, aunque se sabía que oficialmente no contaría, se tenía conciencia que en la práctica y simbólicamente contaría enormidades. Valentín Campa Salazar fue el candidato del Partido Comunista (PC) y aunque el poco más de un millón de votos que obtuvo se contabilizaron como no emitidos, su presencia y resultado obligaron al nuevo presidente de la república a que junto a su secretario de gobernación, Jesús Reyes Heroles, promovieran en 1977 la primera gran reforma política del México contemporáneo.
Desde aquel 1976 en que por vez primera ejercí mi derecho a votar, no he dejado de hacerlo y en cada elección lo he realizado sin importar si las elecciones son ordinarias o extraordinarias. Además, siempre me he enfrentado a la urna con mi boleta electoral en mano, y en cada ocasión me he esforzado para hacerlo con el máximo conocimiento que mi entender y mis posibilidades de ciudadano de a pie me lo han permitido. Y también en cada ocasión he tenido plena conciencia que los derechos se ejercen o se dejan pasar, por lo que nunca me ha sorprendido que en las jornadas electorales hayan votos emitidos, votos nulos, votos no emitidos. Tampoco me ha asombrado el alto índice de abstencionismo que en casi todas las elecciones ha resultado.
Lo que sí me ha sorprendido durante los tiempos recientes, es el llamado que han hecho los autollamados demócratas a no ejercer el derecho al voto, mismo que para las democracias occidentales es la máxima expresión de, precisamente, la democracia occidental. Y menciono en específico a "los autollamados demócratas" porque de ellos sí me sorprende, cosa que no me sucede con las invitaciones a no votar que hacen los fascistas, los autoritarios y los autollamados libertarios como Ricardo Salinas Pliego y su pléyade se empleados y "sobrinos" (no olvidemos que, emulando al legendario "Tío Gamboin", el empresario evasor del pago de impuestos se autonombra "Tío Richie").
Pero a decir verdad, creo que no me debe sorprender el llamado a no ejercer el derecho al voto, venga de donde venga, porque una realidad en esta época actual es que quienes lo hacen no tienen ninguna posibilidad de triunfar en las urnas, y no porque participen como candidatos, sino porque su tiempo ya pasó y no se han dado cuenta. Es decir: ya fueron botados por el voto ciudadano.
POSTDATA UNO. Días antes de la jornada electoral de 1976, hice la misma consulta a dos personas, y ambas utilizando el mismo argumento me dieron diferente respuesta. Les pregunté por quién votaría, y una me dijo que por el PRI porque siempre ganaba el PRI; y la otra me respondió que no votaba porque siempre ganaba el PRI.
POSTDATA DOS. En la primera escena del acto tercero de "Hamlet", Shakespeare le hace decir a, precisamente, Hamlet: "To be, or not to be, that is the question".
POSTDATA TRES. En la primera parte de esta entrega mencioné las dos expresiones juveniles de los años sesenta, por lo que ahora me parece oportuno recordar a José Agustín quien en su autobiografía titulada "El rock de la cárcel", escribió: "Con los amigos sicodélicos tenía discusiones para que trataran de darse cuenta de la importancia de los movimientos sociales y de la lucha política en general; con mis cuates rojos, por el contrario, discutía para hacerles ver que una revolución interior era algo que hacía falta".
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