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Agonía Priísta


Intercambiando puntos de vista con algunos compañeros de la fuente política, no hubo controversia alguna en concluir lo que muchos consideran "agonía partidista" en las filas del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI) de cara a las elecciones del próximo dos de junio.

Y en verdad, no es complicado entender que en el marco de la llamada "partidocracia" -en el sentido estricto de abusiva apropiación de espacios-, el PRI todavía no toca fondo en cuanto a la superviencia, no de grupos internos, sino de siglas.

Al interior del tricolor choco sobreviven hasta el momento tres grupos de poder con ánimos de control interno y efectos de negociación política: el "Granierismo", el "Ginismo" y el aún desoxigenado "Nemismo".

En obviedad, las cabezas visibles en el trópico de estas tres corrientes continúan siendo representadas por Andrés Granier Melo, Georgina Trujillo Zentella y  con ausencia, pero presencia, Benito Neme Sastré.

Para entender entonces la llama élite del poder de la que hace referencia Wilfredo Pareto, actualmente se le ha dado importancia a las llamadas "células políticas internas" que aún no detonan como peso específico y que involucran en este sentido a personajes como Maritza Jiménez Pérez, Erubiel Alonso Qué o Soraya Pérez Munguía.

Y no estamos inventando el hilo negro, es un "protocolo legítimo" que se presenta en todos los partidos políticos.

En el caso que nos ocupa, es la llamada élite del poder quienes en los últimos 60 años ha definido el futuro del tricolor en cada proceso electivo; los de abajo, llegan, van, vienen y desaparecen con cada elección, sin más legado que soñar en convertirse quizás alguna vez, en una corriente política de presencia regional, adentro o fuera de ese partido.

Así las cosas pues, en tiempos de oscuridad del PRI tabasqueño, la renuncia del actual dirigente Dagoberto Lara Sedas, ha sido detenida desde la elección del 2021 -en la que arañó la posibilidad de perder su registro- por la llamada "élite política", quienes no vislumbran dentro de las "células preexistentes", posibilidad alguna de conciliación de grupos.

En la ruta desde luego, está el control ejercido en cuanto a la gobernabilidad del PRI de Tabasco, de quien hoy  es dueño de su legítima conducción: Alejandro Moreno Cárdenas.

Se entiende entonces que el mandamás priista, no acuerda con "células políticas preexistentes", en caso de una crisis de conducción estatutaria. Más aún, cuando esta "crisis", es alentada por guerras de papel - en este caso de redes sociales- con huellas dactilares visibles desde cualquier ángulo que se les observe.

En tiempos de la poderosa maquinaria partidista, hubo un "criollo" que intentó brincar este mecanismo de gobernabilidad interna: Héctor Argüello López y solo duró dos meses en el cargo.

Es más, cuando Andrés Manuel López Obrador lo intentó en los años 80´s, corrió igual suerte.

El tema pues, no es la renuncia o no de Dagoberto Lara Sedas al frente del PRI de Tabasco. Mucho menos las nominaciones de los pocos espacios plurinominales que dentro de este partido, estarán en juego en la próxima elección del dos de junio.

El tema involucra la conservación del registro del PRI en la tierra del presidente de la república, cuyos orígenes en ese partido, quedarían sepultados en la próxima elección constitucional.

¿O es esa la intención?

Dejar la conducción del PRI en manos de "células" que aún no pasan cuando menos por la aduana de haber ganado una elección directa, no se ha visto ni en Morena, organismo que por cierto, aun no se sabe, si es movimiento o partido político.

Veremos.


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