El país con privilegiada biodiversidad mundial en la contrariedad contemporánea dejó de serlo por la ambición de los intereses iniciales que emergieron de los comunitarios hasta escalar a poderes fácticos, quienes ancestralmente son corresponsables con las autoridades de esta inmisericorde devastación de los ecosistemas en la gradual extinción, que traen consigo un conjunto de factores que ahora lo hacen inhabitable; una deplorable realidad de este México en su sustentabilidad totalmente alejado de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas.  

El cambio de los ciclos estacionales de cada año evidencian una marcada alteración incluso en los niveles de precipitación pluvial que antaño se tuvo con regularidad, llevado al punto crítico sobre un alarmante estiaje sobre territorio nacional que incluso impide el cumplimiento del tratado bipartita por la distribución del agua de los ríos fronterizos que México comparte con los Estados Unidos de América, entre estos sobresale el Río Bravo. 

El Desarrollo Sustentable destaca entre los ejes centrales del Plan Nacional 2025-2030; con el acento en la conservación de los ecosistemas: Sin embargo, poco o nulo resultado se tiene dado que aun con leyes ex profeso al no haber el rigor de aplicar sanciones continúa con la devastación de una flora y fauna que se lleva de raíz la subsistencia humana.

Con el exterminio de la biodiversidad en los ecosistema, los poderes fácticos y comunitarios en su sinrazón no miran que en el proceso se incluye la degradación de la calidad de vida entre los humanos. 

En Norteamérica, de los tres países que integran la región, México es el que menos reserva de agua tiene para el consumo humano, así como para las actividades económicas; en primer orden las agrícola y pecuarias, seguido por las industrias que demandan mucho de este recurso hídrico para poder operar, incluida la automotriz y manufactureras. 

Las dos caras de una misma moneda se puede apreciar en entidades colindantes del sureste del país; mientras Chiapas conserva todavía gran parte de su zona boscosa que le incentiva a registrar la normalidad de lluvia, en el vecino estado de Tabasco desde inicios del Siglo XX a la actualidad tuvo una tala inmoderada al punto de ya tener una condición desértica casi absoluta, con el parámetro de un estiaje que dejó de tener la normalidad de un ciclo para extenderse a todo el año, incluso entre septiembre y octubre considerados dentro de la temporada alta de precipitación pluvial ahora presenta marcado déficit, luego de gran inundación de finales de octubre de 2007 y subsecuentes hasta 2011.

Tabasco técnicamente ya no puede preciarse de ser el "Edén" del sureste mexicano; dejó de ser la séptima reserva de agua mundial asociada al territorio chiapaneco. El sector agropecuario acusa las consecuencia en la precaria producción en sus cultivos y ganadería, no así el consumo humano en la capital Villahermosa, favorecida por el suministro de la infraestructura hidroeléctrica del Alto Grijalva. Mucho de la flora y fauna que eran un lujo es tiempo pasado.

Michoacán y el Estado de México comparten el polígono de lo que fue el santuario de las Mariposas Monarcas que anidaban durante el período invernal; aunque por la deforestación ha venido a menos, cuando antes era un polo de atracción ecoturística.

Aun con las limitaciones de agua suficiente, los estados de Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Coahuila, y el norte en general y parte del bajío cuentan con una importante infraestructura de riego, en la que los propietarios le invierten para poder asegurar una producción con estándares de calidad para comercialización; el michoacano aguacate hass de alta demanda en los Estados Unidos de América es insignia de alta cotización, el mismo caso del tomate y el limón. 

Las 181 reservas naturales que se tienen no son suficientes para resarcir el gravoso deterioro sobre la biodiversidad de sus ecosistema, implicada a la humanidad que debe ser objeto de un plan de sensibilizarle e inserción de activismo para resarcir la flora y fauna; el programa "Sembrando Vida" no es una solución sustantiva.

Invertir la ecuación del estatus de degradación de la vida a ponerla otra vez en la lógica de una auto sustentabilidad y habitable pasa por políticas públicas estructurales que involucra regenerar los suelos, reforestación y una cultura cívica de preservación. 

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