OPINIÓN

¿Y de ahí?
01/07/2025

Aceptación por omisión, o "el que calla, otorga"

El mundo y el país están cambiando a una velocidad que dificulta darse cuenta. ¿Hacia dónde vamos? ¡Quién lo sabe! El caso es que giramos vertiginosamente hacia una mayor polarización, intolerancia, un mundo con menos capacidad de diálogo o reflexión. Mientras incrementan de modo preocupante la violencia, la guerra, la hipervigilancia, nosotros estamos distraídos con otro video corto, el episodio de otra serie, otra notificación o mensaje. Podemos pensar que otros, tal vez, se harán cargo.

Mucho se ha hablado, y mejor, sobre la escalada de la guerra en Oriente, los memes en México al respecto han sido, como siempre, brillantes, deliciosos, burlones, en el conocido tenor de la idiosincracia nacional que se ríe de lo que teme, de lo que no entiende. "Cuando dicen que van a tirar misiles :(  pero son de Corona :P" o "voy a tener una guerra mundial antes que un amorío". Si no llegamos a la reflexión, al menos, somos muy efectivos en la catarsis.

Incluso así parece haber más interés y comprensión en esos temas, tan críticos del otro lado del mundo, que respecto de la transformación en la estructura legal e institucional que está viviendo México, en la que se ha visto inmersa desde 2018 y con la que Morena busca apuntalarse como una verdadera transformación social. Una ambición legítima, a la que, no obstante, le falta discusión y participación.

Parece que reformas, como la de Telecomunicaciones o la de Seguridad, pasaron desapercibidas para el ciudadano común, que habrá tenido oportunidad de imaginar que caen bombas nucleares pero no se habrá enterado ni menos reflexionado en las implicaciones que tendrá el que sus datos biométricos estén vinculados a su CURP, que sean usados como llave para todos y cada uno de sus trámites, que podrá ser rastreado en tiempo real por la policía sin que sea necesaria autorización judicial. Que el registro de la población más exhaustivo y reconocido no lo tendrá el INE, sino una secretaría que no será secretaría, sino una Agencia, una superentidad administrativa con facultades diversas, vinculadas con la tecnología, que en aras de la seguridad dará pasos a hacia la hipervigilancia. Un poco como en China, salvadas las proporciones, pero con el antecedente de que en México todas las bases de datos oficiales terminan vendidas en el mercado negro para ser usadas por extorsionadores.

Quizá el ciudadano, ocupado por llevar el sustento a su casa en un contexto económico difícil, distraído por el fácil acceso a contenidos adictivos en internet, no haya podido enterarse o formarse una opinión sobre si de verdad quiere que los cuerpos policiales tengan acceso a la información sensible de los ciudadanos sin que nadie los vigile ni exija que rindan cuentas, no obstante, esos cuerpos de seguridad han formado ellos mismos redes de extorsión a lo largo y ancho de este país, más de una vez. O tal vez sí, en el instante después de haber oído vagamente las noticias, el ciudadano pueda pensar que eso no está bien, para luego desanimarse pensando que nada puede hacer al respecto. Quizá piense que sí está bien, que por la seguridad es lo que se debe hacer. Que es parte de las transformaciones necesarias si así lo estima el partido Morena. También podría no opinar nada, más allá de tener la esperanza de mantenerse bien, junto con su familia, y que fuera de eso lo demás no importa demasiado.

No podemos saber. El caso es que, mientras no haya oposición explícita, mientras no se organicen protestas contra estas medidas, protestas que tengan amplio respaldo popular, se entiende que la ciudadanía acepta las reformas aprobadas. Aunque en el fondo quizá no comprenda sus alcances ni le interesen tanto como para participar activamente, ni a favor ni en contra, como ocurrió con las elecciones que se convocaron por la reforma judicial. Una especie de aceptación por omisión, o la aplicación del dicho "el que calla, otorga" a nivel social.

Claro que el mundo siempre cambia, el país cambia, pero los cambios no nos deben pasar desapercibidos, no puede ser que la guerra del otro lado del mundo nos parezca más cercana que la reforma aprobada en el Congreso de la Unión. Es como caminar viendo el teléfono. En cualquier momento podemos tropezar por no habernos fijado por dónde estábamos yendo. O reparar, cuando pongamos atención, que no sabemos cómo llegamos a esto, cuando esto sea algo que ni reconocemos ni nos gusta.





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